¡A pesar de los furtivos....!













Comienzan a aparecer por las bambalinas de los Acantilados los machos desaparecidos durante el verano. ¡Nadie sabe de dónde salen! ¿Qué han hecho durante este larguísimo verano?  ¿Se los tragó el calor? ¿Cómo se las arreglaron para  sobrevivir y aparecer tan lustrosos sin apenas alimentos? 
Por arte de brujería, el gran mago de la naturaleza, ¡que los hay!; poco a poco, los va haciendo aparecer.  Sacándolos de su gran chistera, los va situando: dos en aquellas rocas, tres comiendo en aquella lejana praderilla, uno oteando el horizonte desde su atalaya marítima, otro descansando de tan agotadora jornada……etc, etc. 
No terminará su actuación hasta que los Acantilados cuenten con una población considerable de machos adultos, dispuestos a batirse y dar esplendor a un período tan importante en el ciclo de estos ungulados. 
Las laderas de nuestros Acantilados, limpias de machos desde finales del celo, se van llenando de machos de todas las edades, tonalidades y cornamentas.

Lo que, para los amantes de la naturaleza es un placer, al poder contemplar esos majestuosos ejemplares por todos los rincones de los Acantilados para fotografiarlos, para apreciar sus luchas, para seguir sus cortejos casi en primera fila, sus sesteo después de tan ardorosa jornada…... Es momento de rapiña y saqueo, para unos seres, que como carroñeros, acuden a hacerse cargo de su botín durante el momento, que más fácil es localizar a los grandes y magníficos ejemplares de macho montés.
Estos facinerosos, sirviéndose de los medios más modernos, y ante la facilidad, con la que se pueden ver los ejemplares en esta época; así, como por la inoperancia de la guardería, sumida en recortes, provocados por estas dichosas estafas de “crisis” que padecemos, propician que estos granujas campen a sus anchas por estos Acantilados y hagan de cada época de celo su propio festín.
Bien con rifles, ballestas, arcos (tan de moda en la cacería actual) van matando año tras años, los ejemplares que tienen un cierto nivel cinegético.  Ejemplares, que se encuentran en plenas facultades; dejando los Acantilados desolados de especímenes sanos y fuertes.
Va siendo habitual esta sangría, año tras año.

Pero a pesar de los furtivos, los Acantilados tienen recovecos, paredes, covachas,.. donde algún que otro ejemplar se puede guarecer, para escapar de tan vil actividad, y poder seguir disfrutando, otro año más, de su esplendorosa estampa recortada sobre el mar.
Nosotros seguiremos regocijándonos con su observación, a pesar de estos indeseables, viendo crecer y desarrollarse a los machos jóvenes; pero con la incertidumbre y el desasosiego, de cuál será el año propicio, para ponerles valor a sus cabezas y ser abatidos, y como en tantas otras ocasiones, ver sus cuerpos descabezados en una cuneta.


 

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