Alca común (Alca torda)













Jamás había visto que un ave, no demasiado grande ni llamativa, hubiese llamado tanto la atención de los medios de comunicación, ni que las redes sociales se hubiesen llenado de fotos y de imágenes aludiendo a la presencia de esta ave por nuestro entorno. ¡Lo que son los medios de comunicación! ¡No hay nada como salir en un medio para que algo exista!

Nuestra protagonista, si no fuese porque tiene cierto parecido a los pingüinos aunque no son de la misma familia, hubiese pasado desapercibida, como tantas otras especies raras que aparecen de vez en cuando por estas latitudes. Pero además, lo que no saben estos medios, es que esta ave es más común de lo habitual. Los pescadores de la zona siempre la han llamado “gallereta” porque no era raro que más de una cayese en las redes cuando éstos iban faenando por nuestra costa.  De lo que podemos deducir que nuestra protagonista era avistada y conocida por los hombres de la mar desde hace bastante tiempo. Eramos los humanos de tierra adentro quienes no teníamos ni idea de que esta ave nos visitaba de forma discreta sin llamar la atención. 

Pero ha tenido que ser el avistamiento masivo de estos “pingüinos” por parte de la población; o quizás, haya sido la voz sapientísima de algún ornitólogo que se haya colado por las redacciones de periódicos y televisiones, para que estos medios se hayan hecho eco de tan prodigiosa y lejana visitante y haya pasado a ser noticia relevante; o tal vez, que estemos ávidos de noticias impactantes, fuera de lo habitual, para llamar la atención de lectores y de consumidores de redes sociales y cualquier cosa que nos parece fuera de lo común nos sirve. Esta vez ha sido el alca, como lo han podido ser panteras, cocodrilos u otros animales exóticos que también han llenado redes sociales y programas televisivos.

Desgraciadamente no sólo han aparecidos bellas imágenes de las alcas. Algunos ejemplares no han podido soportar tan largo y agotador viaje, y han aparecido un número elevados de aves muertas por las orillas de nuestras costas. Es el precio que la migración se cobra con todas las especies. Unas sucumben por el agotamiento, otras por los depredadores y otras por accidentes de diversas índoles. Pero año tras año el instinto de emigrar es más fuerte que las adversidades que hay que vencer. Nadie quiere permanecer en el lugar que ha nacido, por muy fuerte que sean los vínculos, si ese lugar se convierte en un infierno abrasador o en un gélido erial.

Tampoco nuestros Acantilados han pasado desapercibidos para estas aves. Calas y playas se han visto embellecidas por la presencia de esta singular ave, que este año han tenido la distinción de acercarse a la orilla y rocas de los acantilados más de lo habitual. Nos han deparado inolvidables momentos viéndolas sumergirse y bucear detrás de los bancos de pececillos que se acercaban a la orilla.
Su presencia tampoco ha pasado desapercibida para los excursionistas que deambulan casi a diario por sus sendas y playas; y también, hemos tenido la fatal fortuna de encontrarnos con ejemplares muertos.
Sirvan estas imágenes para apreciar su belleza y presencia en tan diminuto paraje.


 

Caracol: "Leucochroa hispanica"













Este representante del arte culinario refinado actual, tan exaltado por unos y repulsado por otros, tiene en los Acantilados a uno de sus representantes más cualificados; digno de las mejores mesas de no sé cuántas estrellas o premios conseguidos. Por esta comarca siempre ha habido la tradición de prepararlos de las más diversas maneras; y la verdad, es que también soy devoto de tan exquisito manjar. Ahora ya, los consumimos congelados y provenientes de granjas. Antes, en mi casa, era mi padre quien iba a buscarlos al campo, para posteriormente guisarlos. Al llegar a casa con el saco y posteriormente, la bolsa con unos pocos de caracoles, ponía la misma cara de cansancio y fatiga. Nosotros le preguntábamos qué le había pasado y siempre nos decía: “No veas la de carreras que me han dado para coger este puñado”.

Este gran caracol, pues su tamaño es considerable, no me ha dado grandes carreras; se ve que como todo cambia con los tiempos, se toma con más parsimonia su deambular por estos parajes. Su contemplación es más relajada, pero bastante complicada; más, en estos tiempos de sequía que corren, pues tendremos que salir en época de lluvias para poder toparnos con algunos de estos moluscos. Por cualquier rincón de los Acantilados podemos encontrarnos con conchas vacías de caracoles, pero para poder ver alguno, “vivito y coleando” tendremos que ponernos nuestra indumentaria para el agua y patearnos los Acantilados. ¡Siempre ha sido así!

Al caracol de la sierra lo vi por primera vez, también de la mano de Miguel “Carrucho”. Fue él, quien me enseñó el primer ejemplar y quien me habló de como era la recolección por toda sierra de Nerja. Como salía la gente al esparto y a buscar tan preciado molusco;  y cómo poco a poco fue descendiendo su número. Se recogían los que se podían durante el día y se llevaban para la casa, se mantenían vivos hasta que tras varios días de recolección ya se tenía para hacer un guiso “apañao”. Había quien mandaban a Barcelona, los caracoles para que pudieran probarlos, los familiares que habían tenido que emigrar, pero que tenían la nostalgia del guiso de caracoles que habían comido desde niños.

Actualmente, no sé cómo está su recolección. El uso indiscriminado de herbicidas ha hecho disminuir su búsqueda y consumo, tanto por lo escaso que son, como por los peligros que entrañan los herbicidas. En los Acantilados está claro que cualquier recolección está prohibida, por los que, nuestro estimado y admirado caracol deambula tranquilo por estos parajes; sólo, la pérdida de espacios, la sequía casi permanente, el machaqueo constante de veredas y espacios colindantes, la pérdida de terrenos cultivados,…etc, etc son algunos de los pequeños problemas con los que se encuentra.

Así, que preciado lector, si has elevado tus plegarias para que las lluvias aparezcan y no falte el agua en la casa, o para que tus aguacates o mangos no terminen secos, o para que pueda haber agua en las duchas de las playas,…… piensa también, que beneficiarán y serán bienvenidas por  nuestro caracol. 


 

El ciclo de la vida: "Adultez"

 













Condición y edad adulta (Ser vivo que ha llegado a la plenitud de crecimiento o desarrollo). Si nos atenemos a la definición del diccionario, quizás sea esta la etapa más corta de la existencia de la cabra por estos parajes, sobre todo en los ejemplares masculinos de la especie; en cambio, las hembras, pueden desarrollar todo su esplendor en la condición de adultas, sin verses perseguidas, ni amenazadas, en su deambular diario. 

Las hembras adultas ponen al servicio de la manada y en su deber de crianza de los ejemplares más jóvenes, toda la sabiduría aprendida durante su vida: los mejores lugares para salvar ese “poniente” frío y húmedo; los frutos más nutritivos de los mejores algarrobos; esa fuente escondida entre matorrales donde no falta el agua todo el año; la seguridad del chalet que le reporta agua y comida;…….. Serán las hembras adultas las que guíen las manadas, tanto cuando éstas sólo están compuestas de hembras, como cuando durante el celo, las manadas están formadas por hembras y machos. Toda la seguridad del grupo recaerá sobre la hembra más vieja, que elegirá en todo momento el mejor lugar para su protección. De ellas van aprendiendo las futuras hembras que irán pasando todo ese legado a las futuras generaciones. La gran mayoría pasarán del estado de la adultez al de la vejez como parte inexorable del devenir de la vida.

En cambio, la edad adulta de los machos será muy corta. La mayoría de las veces ni existe. Penderá sobre ellos, la siniestra sombra del furtivismo por estos parajes. Los más cautos o los que por el azar del destino han elegido por querencias, lugares de más difícil acceso, serán los que tengan la fortuna de poder llegar al estado último de la vejez. Serán muy pocos y se podrán contar con los dedos de una mano. Lo que en teoría sería un periodo de fortaleza y plenitud, de grandes luchas por la transmisión de los genes, del dominio sobre el grupo, y de enseñanza de conductas y querencias; se convierte en un periodo de inquietud y de fortuna de no cruzarte con el desalmado de turno, coleccionista de trofeos inertes. 

La adultez en estos Acantilados tiene dos caras bien distintas. Dependerá mucho del sexo que te tocó al nacer, el que puedas disfrutar de un estado adulto en toda su plenitud, o que nunca llegues a dicho estado. Aquí la fortuna juega juega sus bazas de una manera  primordial. ¡Como en tantas otras facetas de la vida!