El “Campeón”










 

Ha sido el último de los machos más reconocidos y fotografiado por su porte, en los Acantilados. Ha tenido un deambular corto y efímero. Tal como apareció a principios del celo, de forma inesperada; desapareció, aunque de forma cuasi esperada. 

Decimos corta por que nadie sabía de él. Ningún año con anterioridad, había sido visto por estos parajes; por lo que su irrupción, durante el celo, ha sido todo un acontecimiento para los que visitamos los Acantilados, en busca de esa instantánea  robada a la naturaleza.

Las zonas habituales para seleccionar la imagen más impactante, fueron abandonadas para seguir a este ejemplar, en sus andanzas amoriles durante el breve tiempo de celo que se ha vivido en los Acantilados.

Su silueta, recortada en el mar embravecido; o su contraluz al final de la tarde, en algunos de los riscos de las afiladas montañas que se adentran en el mar cortándolo, no dejaba indiferente a nadie que pudiera percatarse de su presencia. Muchos fueron, los que al pasar y divisar esa silueta recortada, quedaban absorto en su contemplación.

Esas apariciones le ha hecho estar jugando día sí, día no, el juego de la supervivencia. Se ha adentrado en zonas muy peligrosas para un animal tan llamativo. Se ha dejado de ver por parajes muy frecuentados y concurridos; por el que transitan toda clase de fauna, y entre ella, los “elegidos del clan”, que han aprovechado la primera ocasión que han tenido, para realizar su rito y su ofrenda sanguinaria.

Contarán a sus acólitos lo “complicado” y el “esfuerzo” tan descomunal que tuvieron que realizar. ¡Valientes asesinos!

Considero, que si lo que quieren es adornar sus dependencias con una cuerna, no deberían gastar tantos esfuerzos en colgar cabezas de animales indefensos; sólo con llenar de espejos sus paredes les bastaría.

Con su conducta ruin, vuelven a dejar a los Acantilados huérfanos de esa información genética que aportan los nuevos individuos a las poblaciones estables, que deambulan por esta zona.

El “Campeón” ha sido el ejemplar más significativo abatido, pero no el único. Los Acantilados más que en Paraje Natural, se están convirtiendo en “Coto Privado” de unos pocos, que sufragamos todos.

La administración en temas ambientales ha tenido la feliz idea de capturar los ejemplares más significativos y llevárselos para repoblar nuevos parajes. ¡Vaya idea!El problema de la matanza de la cabra en los Acantilados no se ataja, cambiando de enclave los mejores ejemplares; si no, persiguiendo a los que los matan, y dedicando todos los medios para la conservación de este Paraje Natural.

Hace tiempo vi el video, “Maro una reserva de papel”. En él un veterano submarinista nos cuenta brevemente cual ha sido la evolución de estos Acantilados desde el punto de vista marino. Como podemos imaginar por el título, las conclusiones de dicha evolución, no son nada positivas, de lo que fue el ayer de estos fondos marinos, y los que son actualmente. Nos comenta el autor que los “furtivos” campan a sus anchas por estos parajes. Yo añadiría, que no sólo por el mar……..

Chamarín (Serinus serinus)

 














Siempre lo conocí como Chamarín, hasta que, leídas y manoseadas algunas guías de aves, descubrí, que en los círculos ornitológicos, era el “verdecillo”. Desde entonces, pasó a llamarse como decían las guías; desterrándose ese nombre vulgar, asociado al “vulgo” aficionado a encerrar cuanta ave cantara. Actualmente recibe el nombre de “serín verdecillo". 

Era nuestro Chamarín de las especies que los aficionados al silvestrismo, capturaban para deleitarse con su canto. Expuestas en hileras las jaulas y colgadas de las paredes, eran sacadas al exterior de las viviendas, para que los cautivos cantores, lanzaran a los cuatro vientos sus trinos y melodías. De verlos enjaulados en paredes, ventanas, talleres varios, barberías y demás negocios, son mis visiones y primeros recuerdos de este diminuto pajarillo. Entonces, no apreciaba sus bellas tonalidades amarillentas y verdosas; ni tampoco su canto me decía nada, cuando era Manolo Escobar o Joselito “el Pequeño Ruiseñor”, quienes me hacían disfrutar con sus gorgoritos.

Me llamaba más la atención, el colorido de los “colorines”, que para eso le habían puesto ese nombre; para que nos fijáramos en sus colores.

En las guías podíamos leer, que el “verdecillos se sentía feliz tanto en un bosque como en un jardín; en un huerto como en un árbol; y, ¡cómo no iba a gustarle y sentirse feliz en nuestros Acantilados! 

Acantilados que les ofrecen todo tipo de semillas y frutos de plantas anuales, árboles y arbustos de los que alimentarse; y, sobre todo, sus bellas atalayas hacia el infinito del mar donde entonar su canto, sin sentir cercanos los barrotes de jaula alguna.

Acantilados que les dan la seguridad de no acabar entre rejas para deleite de melómanos “pajariles”; pues, aunque ya no se ven por las calles de los pueblos hileras de jaulas colgadas, los amantes a este “ bel canto avícola” (unos 40.000 en nuestro país) siguen reclamando el reconocimiento de esta actividad, para temor del “chamarín”, que puede volver a vivir días de cautividad por su apreciado cante.
Esperemos que el Chamarín siga buscando la seguridad de los Acantilados y que sigamos disfrutando de su sonoro libre canto, en los paseos por sus veredas.


Segundo Aniversario





















Segundo año de andanzas de esta lanzadera de los Acantilados por el cosmo internáutico. Como sonda que surca todo este peligroso y complicado universo, ha lanzado a los cuatro vientos sus señales de vida y de muerte. Ha sorteado asteroides, residuos espaciales, cometas con largas colas y muchos, muchísimos agujeros negros; pero a pesar de todos estos peligros, en este deambular  galáctico, cada vez más, ha aumentado el número de organismos que han captado sus señales. Cosa que no preveíamos obtener tan pronto, pero que agradecemos. 

Ha propagado a los cuatro vientos información sobre tierras prometidas y miradas. Sobre incendios y sobre aves que pueblan y visitan estos Acantilados. Sobre delfines y sobre enormes medusas que emergen después de años sin aparecer por estas costas. 

Nos ha enviado muestras de satélites infectados por un virus que está haciendo estragos entre sus habitantes. Ha recogido muestras de plantas en declive que sobreviven en un medio  hostil. De aves que van y vienen en su deambular migratorio, y de aves que sólo quieren vivir en este planeta; y sobre todo, nos ha mandado infinidad de imágenes de unos seres que cambiaron su vida en las altas cumbres, por la comodidad de unas playas dignas de las mejores playas de Marte. Imágenes que sólo quieren ser el reflejo de una realidad tan cercana y a la vez tan lejana, y que para la mayoría es tan desconocida como el espacio exterior.

Es nuestro mayor deseo que esta lanzadera continúe su periplo cósmico durante bastante tiempo más, y que siga aportando cuanta información encuentre en su largo deambular por este mar tan accesible y tan desconocido.