Un nuevo "Unicornio"

 














Nuestros Acantilados se encuentran en una encrucijada de civilizaciones desde la más remota antigüedad. Desde tiempos inmemoriales, la influencia de las distintas culturas se han diseminado por sus proximidades. Influencias artísticas, religiosas, sociales…..  que han ido conformando nuestra cultura actual.

Fruto de esas influencias, las leyendas, transmitidas oralmente o por escrito, unas veces desvirtuándose, otras veces exagerándose, de forma interesada o puramente estética,
han sido un factor importante en la configuración cosmogónica del origen y la organización de las sociedades, y en la configuración de la cultura de un lugar en concreto.

Leyendas, que han hecho de nuestros Acantilados un lugar de confluencia de lo mágico y esotérico; marcadamente ligado, a ese germen de civilizaciones que fue el Mediterráneo.Y, de todas las leyendas, es la del Unicornio, la que más se repite por nuestros Acantilados. Fiel a esa leyenda, que unos pueblos u otros, intentan hacer como suyas sobre la aparición del ser mitológico, nuestros Acantilados, cada pocos años, la rememora, dando luz a un nuevo ser fabuloso, que recorrerá sus montes y laderas durante cierto tiempo.

Un nuevo Unicornio esquivo, solitario, huidizo, que irá engrosando con el tiempo, su halo de ser mitológico; que dará pie a nuevas leyendas e historias sobre su visión por estos parajes. 

Un nuevo Unicornio que aparecerá y desaparecerá a su antojo, como animal mitológico que es; dejando absorto e incrédulos, a los que tengan la posibilidad de encontrárselo.

Un nuevo Unicornio, que como sucedía en la Edad Media, será codiciado y perseguido por los nobles, para darle caza, y hacerse con su cuerno de propiedades medicinales, capaz de curar las enfermedades más horrendas y devastadoras.

Un nuevo Unicornio que tendrá los días contados, por que la mente de ciertos humanos está todavía anclada en los albores del comienzo de la Leyenda y en las actividades recreativas de la Edad Media.


Amapola marina (Glaucium flavum)













Hasta el momento no habíamos tenido una protagonista, con tal cantidad de nombres: amapola amarilla, amapola de las playas, adormidera amarilla, adormidera de mar, amapola loca, amapola marina, dormidera marina, glaucio amarillo, ….etc, etc.

De la familia de las Papaveraceae nuestra amapola marina, también está íntimamente ligada al mundo de los sueños. Ya de por sí, es toda una ensoñación, poder contemplar sus flores amarillas con el fondo azul cambiante del mar. No necesitamos de la influencia de sus alcaloides, para quedar extasiados contemplándola. Sólo su visión, el entorno donde se encuentra y el murmullo de las olas nos transportan a mundos alucinatorios.

No están los tiempos para la lírica, pero sí son prósperos, para dejarse llevar, al menos por unos momentos, por sus propiedades alucinógenas. ¡No estaría nada mal, cerrar los ojos y levitar con sus alcaloides, y arribar a un mundo más justo aunque sea onírico!

Nuestra adormidera marítima tiene su máximo esplendor cuando florece. Sus flores amarillas destacan por todo el entorno. Mientras, es una planta que apenas llama la atención; más bien, adherida al suelo, parece querer pasar desapercibida.  Pero llegando la primavera, se transforma y luce orgullosa todos sus encantos: sus flores, sus frutos espinosos, sus tallos erectos, sus hojas dentadas y aristadas.
Planta muy desconocida popularmente, pero muy utilizada en medicina en tratamiento de enfermedades hepáticas, para tratar las cataratas y para el tratamiento de las verrugas; incluso, para el tratamiento de algunos cánceres en animales.

Esta adormidera marina está amenazada. No ha llegado aún a un estado crítico, pero anda hacia la UCI de la botánica a pasos agigantados. La desaparición de los ecosistemas marinos, de lo que por aquí sabemos un montón, está poniendo en dificultades a esta amapola amarilla.

Todavía, estimado bañista o excursionista, estás a tiempo de poder observar los escasos ejemplares que se esparcen por estos Acantilados. Cuando bajes de la lanzadera que te ha llevado hasta la playa anhelada, abre bien los ojos, que las flores amarillas que podrás observar junto a la orilla del mar, no son frutos de tus ensoñaciones, aunque bien, lo podrían ser.

Águila pescadora (Pandion haliaetus)













A principios de los ochentas del siglo pasado, enfrascados en realizar un estudio de impacto medio-ambiental, que hiciera viable la declaración de los Acantilados como Parque Natural (quedaron al final como Paraje); oíamos ya, de que el águila pescadora había habitado esta zona. No quedaba claro, desde cuándo, ni cuál fue la última vez que se había avistado. Todo quedaba en esa nebulosa mental y temporal de lo oído, de lo escuchado, de lo dicho por otros; pero sin tener referencia exacta, ni menos aún, constatación gráfica de su presencia por estos parajes. 
Para nosotros, ojos avisores por captar el mayor numero de diversidad faunística, era algo fabuloso que un águila pescadora hubiese surcado estos parajes. Entre nuestros sueños, se encontraba el poder divisar tan magnífica rapaz. ¡Pero, nunca sucedió!

Hasta los estudiosos de la época señalaban que el gran nido construido en unas de las paredes rocosas de los Acantilados (que aún queda en pie), era el lecho nupcial de esta especie. Estudiosos posteriores, con más información sobre la especie, y sobre el resto de aves, argumentan que dicho lecho, es efectivamente de águila, pero no de águila pescadora alguna. Apuntan más bien, a su pariente “la calzada” como constructora de tan robusta, concienzuda y entretenida obra.

Pero como bien dice el refrán: “Cuando el río suena, agua lleva”. Tanto sonaba la presencia de la pescadora, que de lo transmitido oralmente y escuchado, se ha pasado a la observación de la especie. Se lleva advirtiendo su presencia desde hace varios años, no de manera habitual; y lo que es más importante, cada vez se tiene más confirmación gráfica de sus andanzas por estos lugares. También hay que señalar que los medios de los que disponemos actualmente para la observación de la fauna salvaje, son más variados, de más calidad, y están más al alcance, de los que disponíamos por aquellos años.

Como gran águila que es, su contemplación no está exenta de bastante dificultad. Su gran agudeza visual hace que normalmente ella nos descubra a nosotros antes, por mucha cautela que pongamos; por los que el acercamiento es casi imposible. Si a su agudeza visual, unimos su fácil confusión con inmaduros de gaviotas en vuelo; nos encontramos con una especie, que sólo podrá ser observada y reconocida si portamos unos prismáticos que nos den luz sobre la especie en vuelo: su silueta de alas, su antifaz negro, su pico,…… Sólo así podremos tener la certeza de que nos encontramos ante tan extraordinaria rapaz.

Su presencia cada vez más habitual por los Acantilados, hace que éstos vaya adquiriendo una biodiversidad que nunca debieron de perder. Sólo restaría que Cupido e Himeneo utilizaran de todas sus influencias para que una pareja decidan formar un hogar por estos parajes.

Difícil lo van a tener, ¡pues son tantos los inconvenientes! ¡Pero el amor, todo lo vence!