Carbonero garrapinos (Periparus ater)













El carbonero garrapinos es otra de las avecillas desconocidas de nuestros Acantilados. Todo el protagonismo se lo lleva su pariente el “carbonero común”, de canto más llamativo, colores más vistosos y mucho más conocido.

El “garrapinos” es un ave pequeña, de colores apagados, con dorso y alas de color azulado; pecho y vientre de color ante; con su mancha blanca en la nuca, como rasgo distintivo. Mancha que para poder observarla, tendremos que observarlo a muy corta distancia.
Suele verse en los pinares de nuestros Acantilados, en las ramas más altas de los pinos, pero desciende en acrobáticas posturas, hacia las ramas inferiores, dada su curiosidad casi innata y su inquietud en la búsqueda de arañas, insectos y larvas.
Nervioso e inquieto, también se muestra algo territorial, acudiendo a expulsar del pino en el que se encuentra, a aquellos otros intrusos que han tomado la confianza, de osar posarse en su árbol elegido. No hay rama, piña u hoja del pino que quede sin explorar por este inquieto pajarillo. 

Aunque su población ha ido en aumento, debido a la extensión del pino por nuestros Acantilados y parajes limítrofes, el “garrapinos” aparece en el catálogo Nacional de especies amenazadas. Como se viene insistiendo desde este blog, los Acantilados son muy sensibles a cualquier cambio, por su reducida extensión; los bosques de pinos que dan cobijo a esta especie, son pequeñas ínsulas, amenazadas por constantes peligros: urbanizaciones, carreteras, elevado número de visitantes….. Estos factores pueden determinar en el futuro la desaparición de esta especie en nuestros Acantilados, o su expansión progresiva.

Avezado caminante, cuando recorras los senderos, que tan bien están delimitados por estos Acantilados, haz una extensa parada en cualquiera de las sombras de los pinares por los que deambules, y no reanudes la marcha hasta que hayas intentado, por los menos, observar a esta inquieta avecilla. 

¡El descanso te habrá valido la pena!


 

¡A pesar de los furtivos....!













Comienzan a aparecer por las bambalinas de los Acantilados los machos desaparecidos durante el verano. ¡Nadie sabe de dónde salen! ¿Qué han hecho durante este larguísimo verano?  ¿Se los tragó el calor? ¿Cómo se las arreglaron para  sobrevivir y aparecer tan lustrosos sin apenas alimentos? 
Por arte de brujería, el gran mago de la naturaleza, ¡que los hay!; poco a poco, los va haciendo aparecer.  Sacándolos de su gran chistera, los va situando: dos en aquellas rocas, tres comiendo en aquella lejana praderilla, uno oteando el horizonte desde su atalaya marítima, otro descansando de tan agotadora jornada……etc, etc. 
No terminará su actuación hasta que los Acantilados cuenten con una población considerable de machos adultos, dispuestos a batirse y dar esplendor a un período tan importante en el ciclo de estos ungulados. 
Las laderas de nuestros Acantilados, limpias de machos desde finales del celo, se van llenando de machos de todas las edades, tonalidades y cornamentas.

Lo que, para los amantes de la naturaleza es un placer, al poder contemplar esos majestuosos ejemplares por todos los rincones de los Acantilados para fotografiarlos, para apreciar sus luchas, para seguir sus cortejos casi en primera fila, sus sesteo después de tan ardorosa jornada…... Es momento de rapiña y saqueo, para unos seres, que como carroñeros, acuden a hacerse cargo de su botín durante el momento, que más fácil es localizar a los grandes y magníficos ejemplares de macho montés.
Estos facinerosos, sirviéndose de los medios más modernos, y ante la facilidad, con la que se pueden ver los ejemplares en esta época; así, como por la inoperancia de la guardería, sumida en recortes, provocados por estas dichosas estafas de “crisis” que padecemos, propician que estos granujas campen a sus anchas por estos Acantilados y hagan de cada época de celo su propio festín.
Bien con rifles, ballestas, arcos (tan de moda en la cacería actual) van matando año tras años, los ejemplares que tienen un cierto nivel cinegético.  Ejemplares, que se encuentran en plenas facultades; dejando los Acantilados desolados de especímenes sanos y fuertes.
Va siendo habitual esta sangría, año tras año.

Pero a pesar de los furtivos, los Acantilados tienen recovecos, paredes, covachas,.. donde algún que otro ejemplar se puede guarecer, para escapar de tan vil actividad, y poder seguir disfrutando, otro año más, de su esplendorosa estampa recortada sobre el mar.
Nosotros seguiremos regocijándonos con su observación, a pesar de estos indeseables, viendo crecer y desarrollarse a los machos jóvenes; pero con la incertidumbre y el desasosiego, de cuál será el año propicio, para ponerles valor a sus cabezas y ser abatidos, y como en tantas otras ocasiones, ver sus cuerpos descabezados en una cuneta.


 

Mariposa arlequín (Zerynthia rumina)













Empezaba a notarse el calor por las praderas, sendas y lomas de los Acantilados. Las lluvias aunque muy escasas llevaban tonteando desde hacía varios días. No eran lluvias que paliasen los daños de tanto tiempo sin precipitaciones, pero por lo menos ayudaban a refrescar algo el ambiente y darle un refrescón a las plantas. En definitiva, nada importante pluviométricamente hablando, pero “menos grasa da una berenjena”.

Ya estaba de vuelta y muy cerquita del aparcamiento, cuando revoloteando por el arroyo, casi impracticable que da acceso al carril, apareció revoloteando nuestra protagonista. Su parición fugaz y de improviso, hizo que me fijara en su vuelo rápidamente. Sus llamativos colores hacen que sea fácil su seguimiento entre lo enmarañado de la vegetación del arroyo por donde transitaba. A partir de aquí se pone en liza tu instinto de rastreador, y como buen animal de acecho fui siguiendo el lento y zigzagueante vuelo de tan llamativa mariposa. No podía acercarme en demasía porque rápidamente emprendía el vuelo buscando un lugar seguro, donde esa pesada sombra que se le había adosado la dejara en paz, y sobretodo que esa sombra, no representara un peligro que acechara su momento de descanso para atraparla.

En estos momento de persecución entraba en la desesperación que todo fotógrafo tiene en sus salidas por la Naturaleza, ¿por qué cuando encuentro algo interesante, no llevo el objetivo adecuado? Esa misma angustia era la que se me presentaba a mí. Con el objetivo que llevaba si me acercaba demasiado se asustaba, pero si me alejaba en demasía, al final tendría un objeto colorista en el encuadre que echándole mucha imaginación podría decir que era una mariposa arlequín.

Aunque ya era tarde, me eché de paciencia, e inmóvil todo lo que podía,  y con el objetivo tan poco adecuado para la ocasión que llevaba, fui esperando con toda la calma del mundo a que nuestro arlequín volador cogiera confianza y se posara tranquilamente. ¡Ya me hubiera gustado poder fotografiarla libando de una esplendorosa flor! Pero malos tiempos han corrido para la salida de las flores, y tuve que conformarme con poder fotografiarla sobre la nada idílica superficie de una caliza que tanto abunda por estos Acantilados.  En defensa de la caliza puedo decir que a veces, las vetas y grietas en su superficie dan un fondo interesante a la foto. En esta ocasión no era el caso. Lo más cerca que estuve de la foto bucólica de la mariposa, fue cuando se posó en la nada poética hoja de la cebolla albarrana. ¡Pero qué le íbamos a hacer !  La sesión no dio para más y estas son algunas de las imágenes captadas de un arlequín que se dejó ver sin que fuera época de carnaval.


 

Espuela de caballero (Delphinium gracile)













 

¡Cuán en desuso han caído algunas palabras! A determinadas plantas es más fácil poner su nombre en latín, que nombrarla por el vulgar. Si lo hacemos con el vulgar, hay que realizar una breve explicación sobre el mismo, para que el lector pueda entender el término empleado. En esa tesitura se encuentra nuestra protagonista.

Si la gran mayoría hubiesen visto la ingente cantidad de películas de indios y vaqueros con las que nos blanquearon el genocidio de indígenas; todavía les resonarían en los oídos el sonido de las espuelas de los vaqueros al entrar en el “saloom”, o al caminar, dando la espalda al retado, en un duelo en el que siempre ganaba “el Bueno”. Todo sobre la espuela estaría aclarado, y por lo tanto, sería más fácil explicar el por qué a esta flor que sale cuando más aprieta el calor, se le llama “espuela de caballero”. Pero hacer una descripción de tan peculiar flor, intentando crear en la imaginación del que pueda leer esta entrada y que vea mentalmente un objeto que desconoce, es una tarea que me resulta bastante complicada.

Lo más rápido y eficaz, estimado lector, es que abras otra ventana del buscador y escribas la palabra “espuela”; abras las imágenes y alternes la ventana del blog con la de imágenes que has abierto, e intentes buscar un parecido entre ambas espuelas. Echa a volar la imaginación y me cuentas. ¡Yo no le he encontrado el parecido por muchas alternancias de una y otra ventana!

Para mí, después de muchos pasos dados, buscando “la espuela de caballero”; después de muchas horas expuesto al sol y de muchas imágenes captadas desde distinto ángulos, se me viene a la cabeza, cada vez que veo la flor, a ese duendecillo del bosque, juguetón, perspicaz y travieso de los cuentos. ¡ Qué bien pensado, también es imaginación! A pesar estimado lector, de que nunca he fumado nada, ni me he puesto nada.

Pero de lo que podemos estar seguro sobre esta flor, sea espuela, duende, penitente en cuaresma o espermatozoide alocado buscando óvulo disponible, es que nos deja embobados en su contemplación a pesar de ser tan diminuta. No es una flor que se deje de ver por su abundancia; pero podemos encontrarlas solitarias, esparcidas por algunos rincones de los Acantilados, o formando praderas junto a los márgenes de los carriles; pero de cualquier forma que nos la encontremos, hará que automáticamente saquemos la cámara e intentemos sacarla en toda su belleza y colorido.

Así que imaginativo caminante, si te encuentras con esta flor, que será de tarde en tarde, recuerda que se llama espuela, aunque tu mente ingeniosa vuele hacia mundos más creativos y te haga ver parecidos que nadie le encontró.