Cuando paseamos por nuestras calles y parques, si ponemos atención al canto de los pájaros, solemos escuchar un arrullo en los árboles, en el suelo, en el alero de los tejados; al que solemos denominar como el arrullo de una paloma. Pero en realidad no se trata de una paloma, es más pequeña; se trata de la tórtola turca. Llegaron mucho antes que las telenovelas y series de su país, y han colonizado nuestros campos y ciudades, comiendo terreno y desplazando a nuestra protagonista, la tórtola común o europea.
No se trata de barrer para casa. No se trata de caer en chovinismos, pero debemos reconocer que nuestra protagonista es más bella que su pariente turca. Aquí podríamos hablar de “la Pasión Europea”, porque la tórtola europea tiene un colorido más heterogéneo y llamativo. Al principio, cuando la vemos fugazmente en vuelo, nos da la sensación de que es un ave oscura, sin colorido atractivo que la identifique; pero es, cuando la observamos más de cerca, cuando podemos apreciar todos sus bellos detalles.
Sus ojos rojo, su collar blanco y negro en la garganta, sus alas doradas y negras, y su cuerpo salpicados por plumas grises, negras y doradas.
Al igual que su pariente turca, transmite esa sensación de bondad, que tan característica es de toda la familia columbidae. Quizás sea de la familia columbidae, la más tímida. Rehuye incluso la cercanía de su pariente turca, que tampoco muestra mucho aprecio por ella, ni por su presencia en sus cercanías.
En contraposición a su pariente “turca” tan acostumbrada a la presencia humana, nuestra protagonista “europea”, es mucho más huidiza, apenas deja acercarte. Al mínimo movimiento ya está huyendo. En nuestros Acantilados la podemos ver en época estival, como en el resto del territorio peninsular, pero es en la época migratoria cuando podemos observar un mayor número de ejemplares por la zona, sobretodo, en los pocos puntos de agua que aún quedan, o posadas, en la rama sombreada de cualquier árbol.
No corren buenos tiempos para nuestra tórtola europea. Ya hay algunas comunidades autónomas que la catalogan como especie en peligro de extinción en dichas comunidades.
Su caza indiscriminada, la pérdida de hábitats, el efecto de los herbicidas químicos repercutiendo en la disponibilidad de alimentos, hace que nuestra bella tórtola se encuentre en una situación delicada.
Querido caminante, a pesar de todo, en nuestros Acantilados, tan minúsculos, deteriorados y sobreexplotados, podrás disfrutar de la contemplación de esta atractiva ave; no pases de largo, disfruta de ese momento, que te han ofrecido los Acantilados.
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