Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)













La chanza y el ingenio popular, ha tenido siempre sus nombres y apodos, para identificar la particularidad y peculiaridad, que han presentado las cosas, las personas, los animales, o bien, las formas de la Naturaleza en general. Unas veces, las ha llamado de forma irónicas, despreciativas, chistosas, descriptivas,…etc. 

A nuestra protagonista “colilarga”, no se rompieron mucho la cabeza para ponerle el apellido. Fue echarle una “ojeada”, e identificar rápidamente su cualidad más sobresaliente; y así, ha quedado para los restos. Como al mundo animal todavía no ha llegado la moda, de agrandarse o disminuirse aquella parte, que no nos gusta de nuestro cuerpo, nuestra lagartija nos sigue mostrando de forma evidente, aquella singularidad de su cuerpo, que la distingue de sus parientes y de la que parece sentirse orgullosa; aunque, alguna que otra vez, por imperativo de subsistencia tenga que desprenderse de ella.

No es, nuestra protagonista, una especie muy abundante por los Acantilados, aunque es la que más podemos ver, de las lagartijas y lagartos que podríamos avistar por estos contornos. Es tímida y huidiza. La podemos encontrar por cualquier parte, pero por donde más le gusta deambular, es entre la maleza y los restos de vegetación. Aquí encuentra los lugares más seguros en su caminar diario. Es consciente de que el alimento para sus depredadores no es muy abundante, y su larga cola, cual aleta de tiburón, está muy cotizada. Así que es mejor, frecuentar aquellas zonas que le den mayor protección y cobijo.

Como la mayoría de las especies, suele mostrarnos la lagartija colilarga, dos trajes diferenciados según la época del año. Un traje más gris y menos vistoso, para los días de diario; y otro, más vistoso y colorista, para eso días irresistibles, en los que tiene que buscar pareja; donde nos muestra, en todo su esplendor, ciertos tonos llamativos de azules, amarillos y verdes a lo largo de su costado.

Divisarla, seguirla y realizar algunas fotos apañadas, de tan escurridiza especie, es una tarea, que requiere de casi toda la infraestructura óptica, con la que se cuenta. Objetivos de largo alcance para los días que la “colilarga” está más susceptible, y no nos deja acercarnos; y objetivos, de menor alcance y hasta macros, para aquellos días de debilidad, que todas las especies tienen, y que por no se sabe qué causas, te dejan casi comer con ellas.

Así que escurridizo caminante, que tus paseos por estos atractivos Acantilados, te den la oportunidad de ver, con su espléndida cola, y con sus mejores galas, a este bello reptil.


 

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