Sedum sediforme: “Los platanicos”













Esta planta con forma de mano de banana, la llamé siempre “los platanicos”. Cada vez que veía esta planta se me venía a la cabeza, una mano de plátanos comestibles, pero en miniatura. Fue un nombre puesto a vuela pluma, sencillamente dejándome llevar por su apariencia. A pesar de conocer posteriormente a amigos que eran grandes conocedores de las plantas de nuestra comarca, nunca hablé con ellos de esta singular y común mata. 

Hasta hace bien poco, no he sabido de su nombre científico; pero a pesar de todo, la seguiré llamando “los platanicos”. Lo que no podía imaginar eran los nombres castellanos con que también se conoce: arroz de moro, uña de gato, hierba puntera, uva de pastor..… Uña de gato, tiene su paso, porque es cierto que tiene cierto parecido con las uñas de gato utilizadas para la decoración de los jardines de calles y plazas; pero, ¡ “arroz de moro” y “uva de pastor”! ¡Sin comentarios sobre la asociación gastronómica de la planta!

Los primeros recuerdos de la planta eran colgando de los tejados, o saliendo de las hileras de tejas que forman el tejado. Y siempre, las asociaba a los tejados viejos; bien de casas en ruinas o casi abandonadas; a pesar de que se veían también en tejados de reciente construcción; ya que nuestros platanicos  necesitan de muy poca tierra para crecer; de ahí, que también las veamos en paredes y grietas de rocas. Nuestros Acantilados como son tan condescendientes, les brindan a los sedum cualquier espacio para desarrollarse; por lo que nos los podemos encontrar en cualquier hábitat: terrenos rocosos, terrenos arenosos, cultivos abandonados,…..

A pesar de ser una planta sin grandes pretensiones ni llamativas flores que llamen nuestra atención, cuando la empezamos a fotografiar, vamos descubriendo su belleza y su pose fotogénica. Poco a poco nos va desplegando todas sus tonalidades. Tonalidades verdes, rojizas, marrones, lilas, naranjas……. que delante del azul del mar que se abre como telón de fondo en todos los Acantilados, resaltan dando una finura delicada a tan simple planta. Tampoco sus flores quedan relegada de tan mutable visión. Montadas como jazmines en una biznaga natural, van abriéndose a los cuatro vientos extendiendo sus estambres; y lo que nos parecía una planta anodina pasa a ser una planta atractiva y agraciada.

Por lo que, osados, curtidos y hasta neófitos senderistas y caminantes, cuando atraveséis estos Acantilados por cualquiera de sus sendas y caminos, estad atentos a estos “platanicos”, que sin ser de Canarias, necesitan de la tierra y de su conservación para poder seguir brindándonos sus tonalidades y su gracia.


 

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