Destellos del otoño












El otoño es la estación del año que pasa de puntillas por estos Acantilados. Pasamos las hojas del calendario;  y, cuando llegamos a diciembre, y hacemos balance del año que va a terminar, nos percatamos de que nos ha faltado algo. Al principio nos cuesta caer en la falta, pero tras momentos de reflexión, nos acordamos de que sólo hemos tenido tres estaciones, que nos ha faltado el otoño de la carne de membrillo, de las nueces y bellotas, de las castañas asadas……. 

El otoño es tan tímido, que apenas se deja de ver. Este año si cabe, la confusión y el sigilo con que ha aparecido, ha sido aún más desconcertante. Sus colores y tonos se han entreverado con los de la sequía reinante. La mayoría de los años, por estos Acantilados se salta del verano al invierno sin acordarnos de él. Sólo alguna que otra señal, a modo de acertijo, nos va mostrando que él también ha estado presente alguna vez por aquí.  Por allí, un árbol que amarillea cual si fuera su color habitual. Por acá, algunos hongos desparramados y desorientados. Por acullá, un árbol perdido cual esquimal en el Sáhara, que nos ofrece sus otoñales frutos a modo de rara especie.

A él no le gusta molestar. Ni ensuciar los suelos tirando hojas por los rincones. Piensa que no es más limpio el que más limpia, si no el que menos ensucia. Gesto de agradecer porque la limpieza va siendo grande y serio problema por estos parajes. 

Piensa que eso de morir para volver a nacer con más vigor, puede tener su fallo de programación, máxime en estos tiempos de tantos cambios climáticos, y quedarse en modo moribundo sin poder activarse el gen generador. ¡ Y eso sería una gran faena para la vida!

Tampoco quiere mostrarse con cambios bruscos en lo meteorológico, se deja convencer fácilmente por el calor agobiante del verano, o por el frío gélido del invierno. Apenas discute con ellos, ni busca su momento para sorprendernos con sus vientos y tormentas repentinas.

En nuestra sociedad no tendría cabida un tipo como él, que no busca la fama ni la gloria. Sólo quiere pasar desapercibido. Sería acusado de solitario, asocial, perdedor,…. Tendría todas las papeletas para engrosar el género de homicida latente, capaz de cometer los más horrendos crímenes y atrocidades a la comunidad.

Pero todos sabemos que el otoño es un buen tipo y que nos complace saludarlo; y nos congratula, que nos haga una visita aunque sea sólo, para decir: ¡Hola! y ¡Adiós!


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