Torre del Pino

 














Principios del siglo XVI. Demasiados frentes tiene abiertos España, para que su trastero del sur se encuentre seguro; y no sea pasto, de continuas razias de los mismos españoles que fueron expulsados por no procesar las mismas ideas religiosas, que las autoridades han impuesto. ¡ Somos el faro de la Cristiandad en Occidente! ….. y hay muchos españoles, que han sido desterrados, que no ven dicho faro como referencia para su vida. La expresión “hay moros en la costa” se hizo frecuente por todo el litoral español, independientemente de que los agresores fueran negros, morenos, rubios o mestizos; aunque todos ellos enarbolaban la bandera de la media luna, sobretodo, por mostrar su posición contraria a los reinos cristianos.

En un promontorio sobre el mar se acaba de edificar recientemente la torre. En su base y por los alrededores, quedan aún restos de escombros, maderas y cuerdas utilizadas en su construcción.  A unas decenas de metros se encuentra la cuadra improvisada donde descansan los tres caballos que conforman las fuerzas de caballería de la torre. La mayoría de los hombres son de infantería, curtidos en las refriegas de la conquista de Málaga y Granada; y en expediciones por el norte de África que terminó con la toma de Orán. ¡Todos ya saben que es enfrentarse al moro!

La cámara superior está habilitada como barracón o cuartel, donde desempeñan todas las faenas propias del servicio que tienen que realizar. El grueso del cuerpo de vigilancia se preparan para cenar. Las viandas que les depara una guarnición estable en un lugar tan fértil, hace que la mayoría hayan olvidado las penurias pasadas en los largos asedios durante la Reconquista y en las largas y duras expediciones realizadas. Después descansarán en los jergones situados al fondo hasta que les llegue el turno de vigilancia.

En la terraza, oteando el horizonte sin despegar la vista del inmenso mar, se encuentran los dos vigías que van siendo relevados cada tres horas. Se calientan en las brasas que continuamente tienen que ir avivando, para que en caso de ataque puedan hacer señales al destacamento de la cercana Nerja. Al calor de las brasas se combate mejor ese frío húmedo; que se te cuela en el cuerpo a pesar del grueso capote, con que se cubren los vigías que hacen la ronda en la terraza.

Pronto será noche cerrada, y será cuando más abiertos deban tener los ojos. ¡Puede presentarse una noche ajetreada en cualquier momento! El mar lleva en calma varios días, y suele ser presagio de alguna incursión desde las costas cercanas. Llevan dos meses que no han avistado una galera sospechosa; y tres meses desde la ultima refriega contra los piratas. Estando aún, la torre sin terminar, pudieron salir airosos de la contienda. Sólo sufrieron dos bajas; que pudieron ser más, si se hubiesen demorado los refuerzos llegados de la cercana Nerja; pero al final, debido al coraje exhibido en la contienda y en la veteranía del destacamento, siguen con vida la mayoría de la guarnición, y por ende, consiguieron poner a salvo, a todos los habitantes de los molinos cercanos.

Apenas un leve susurro sobre los últimos acontecimientos acaecidos, rompe el silencio sepulcral al que deben estar atentos, los dos vigías, para descubrir las  sigilosas incursiones. Un batir más sonoro de una ola. Un rechinar más alto de un canto de la playa. Un ligero golpe de madera contra una roca. Un ligero choque de metales,…… cualquier señal fuera de lo común, servirá para percibir un posible desembarco. Esa será la leve línea entre sobrevivir a una noche más o ser abatido por la bala de un certero arcabuzazo.

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