Una nueva generación












 
Ya están correteando por los Acantilados la nueva generación de cabra montés. Las cabras, fieles a su reloj biológico, han ido pariendo, desde finales de abril hasta finales de mayo, esta nueva generación.

Las manadas se han hecho más pequeñas, por que cada hembra, preñada durante el último otoño, se han apartado de la seguridad de la manada; y, han ido buscando lugares seguros donde dar a luz a su nuevo retoño. 

Las hembras han tomado los riscos más inexpugnables de los Acantilados, y hasta que no han visto cierta destreza en sus retoños, no han bajado de las grandes paredes verticales, para presentárselos al resto de la manada.

Los chotos inquietos y presurosos por conocer todo lo que les rodea, no han parado de corretear y brincar por los Acantilados; las cabriolas se han mezclado con carreras alocadas en busca de nada, o en persecución del compañero recién conocido; pero siempre atentos, a cualquier movimiento inquietante de la madre, para en caso, de producirse, pegarse a ella, y huir en la dirección contraria al ruido o movimiento extraño.

Es todo un placer verlos corretear por las laderas de los Acantilados; y a continuación contemplar la sensación de paz, cuando agotados de tanta actividad, se tumban a descansar, o se meten entre las piernas de la madre, para solicitar el alimento, que les dé las energías necesarias para continuar sus correrías.

Muchas veces las madres, cansadas de tanta actividad y desenfreno de los retoños, los llaman al orden para que vayan aprendiendo el lenguaje que los mantendrán con vida en este medio hostil de los Acantilados.

También habrá momentos para el cariño, y podremos observar el mimo, con que las hembras cuidan a sus vástagos.

Pero también, en la sombra, atentos a esta nueva generación que ha visto la luz; se están afilando los dientes, quienes piensan cuántos años tardarán esas crías en desarrollarse en un buen trofeo.

 

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