Cuando el pinar parece entrar en el letargo del mediodía, nuestro protagonista se alza cual barítono, sobre el silencio cuasi sepulcral del momento. Es uno de los pajarillos, con un canto inolvidable.
Te bastará oírlo una sólo vez, para que sea difícil ignorar su trino.
- ¿Pajarillo del agua, lloverá pronto?
- ¡Tal vez, tal vez…..!
Es un ave muy sociable, que tolera muy bien la presencia humana. Eso dicen las guías sobre este avecilla, pero la realidad es que, fotografiarla en los Acantilados es tarea dificultosa, igual que el resto de especies. Nada de sociabilidad, al más mínimo movimiento, ha desaparecido de la escena, tan rápido y confiado como llegó.
Le gusta las acrobacias sobre ramas, hojas y frutos, lo que le da cierta plasticidad a las imágenes que se pueden captar de él.
Su pechera amarilla y su enorme corbata que le recorre todo su vientre, hace que se distinga muy bien, desde cierta distancia. Esos tonos tan llamativos hacen que sea el pajarillo más representativo de nuestros pinares.
Pero no sólo habita los bosques, es común verlo en parques, jardines, setos y arboledas; y, es de los primeros en acudir a los comederos que suelen ponerse en esos lugares.
Los insectos son su dieta habitual, pero no desdeña frutas, semillas y frutos secos, por muy dura que éstos tengan la cáscara.
Aunque las ramas son sus posaderos habituales, no es nada extraordinario verlo corretear por el suelo, o encaramarse en una roca o piedra cercana.
En los Acantilados su presencia se limita a las manchas de pinos, que se dispersan por todas sus laderas, y los terrenos adyacentes a los pinares.
Por cualquiera de las sendas que recorren el Paraje Natural, si ponemos oído a los sonidos que nos rodean, nos regocijaremos con el canto de este amarillo y llamativo pajarillo.
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