Las carreteras













 Las carreteras se han extendidos como plaga de procesionarias por nuestros Acantilados. 

Autovía. Carreteras secundarias que fueron anteriormente nacionales. Nacionales actuales. Carriles asfaltados, o sin asfaltar, que acceden a playas, urbanizaciones, fincas de frutos tropicales, casas particulares, etc, etc……. Todas forman una red intrincada de arterias que recorren nuestros Acantilados.
En este galimatías comunicativo, se desenvuelve con mayor o menor éxito la cabra por estos parajes. 
Hasta el momento, no han presentado estos animales, reclamación alguna, por apropiación indebida, por parte del ser humano, de terrenos comunales utilizados desde la Prehistoria.
No es difícil encontrar comiendo o sesteando junto a alguna carretera,  o cruzando por unas de estas vías, a cualquier grupo de cabras a cualquier hora del día.
Desde que entramos en terrenos del Paraje Natural, los carteles indicando precaución por la presencia de estos animales, son bastante numerosos; así como los carteles que nos indican la reducción de velocidad, incluso en algunos tramos de la autovía.
Pero normalmente perdemos de vista, de que estamos hablando de animales salvajes; no sujetos a horarios ni a delimitaciones espaciales. 
Siempre se han desenvuelto con audaz soltura por los terrenos que conforman tanto el paraje Natural, como todas las zonas aledañas a lo declarado de interés naturalístico; por lo que, las carreteras sean de la índole que sean, no son obstáculos para estos ungulados; de ahí que no sea extraño, toparnos con algunos ejemplares en cualquiera de las carreteras que transcurren tanto dentro del Paraje Natural como por su periferia.  
Este deambular de la cabra, como Pedro por su casa, por las distintas vías; se está aprovechando para crear cierta alarma, sobre el peligro de accidentes que pueden provocar estos animales.
Alguien que lleva varios años casi ininterrumpidamente moviéndose por estos parajes; piensa que hay muchas más causas que pueden provocar accidentes por estos parajes, que los debidos al aumento de la población de cabras.
La masificación de visitantes sería la principal de las causas: autobuses repletos de senderistas; los motoristas emulando a sus estrellas de las dos ruedas; los pelotones de ciclistas durante el fin de semana; los millares de bañistas aparcando sus coches junto a las carreteras,  que dan acceso a las distintas calas y playas que dan belleza y fama a estos Acantilados.
Si todo eso lo metemos en una coctelera: red intrincada de carreteras y carriles, población de ungulados, ciclistas, motoristas, senderistas, bañistas, …. el combinado resultante sería más bien un harakiri que un daiquiri.
Por todo ello, no se debería culpar únicamente a la cabra, que debemos pensar siempre, que es “un animal salvaje”, como el principal generador de accidentes. No debemos caer en la propaganda fácil, de que su eliminación o control, sería beneficioso para la seguridad de las personas. Sería una simple excusa para encubrir otros problemas y otros intereses relacionados con los Acantilados.
Sólo he contemplado hasta el momento accidentes de motos. Ninguno de ellos,  producido por la colisión con ningún animal. 
Disfrutemos la oportunidad que nos ofrecen el poder adentrarnos en estos Acantilados por las distintas vías de comunicación, y poder detenernos a contemplar cada cierta distancia, del magnífico paisaje que se abre ante nosotros; observando las distintas especies de animales que pueblan sus rincones, en plena libertad.


 

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