La esparraguera (Asparagus acutifolius)













Cuando hemos hablado y hecho referencia a algunas de las plantas de nuestro alrededor; hemos aludido, como distinción de su importancia, al hambre que “quitaron a lo largo de la historia” (las épocas de miserias y hambrunas se han sucedido más de lo previsto por nuestra querida patria). Estas plantas fueron la mayoría de las veces el remedio para combatir esas épocas de carestías.


Pero, si hay alguna planta más significativa de ésas épocas, es la esparraguera.  La esparraguera hasta hace pocos años, incluso aún hoy en menor medida debido a las leyes irracionales que sobre su recolección existen, ha sido el buque insignia de los que  sin tener ningún ingreso, se han agarrado a esta planta como una forma de ingresos en su denostada economía casera.

Llegada la época, veíamos en las plazas, las calles, o arcenes de las carreteras, los vendedores de espárragos con sus manojos bien alineados y simétricos, ofreciendo su mercancía.

También su cultivo intensivo ha provocado que sea más cómoda su recolección y su introducción en los mercados; pero no por ello, las carencias y exiguas economías han desaparecido en esta época de tanta “intensividad”.

Esta planta cuan “ave fénix”, va renaciendo de sus propias cenizas, producidas por los prolongados periodos de sequía, que tanto abundan por nuestros parajes, y de los que nuestros Acantilados son un claro ejemplo.

Está esperando la esparraguera las primeras lluvias para darle color a sus tallos, que han lucido durante gran parte del año, ese tono amarillento, propio de la falta de lluvia. Poco a poco van saliéndoles esas hojas tan minúsculas que las cubrirán completamente, y que le darán todo su esplendor a la planta.

Pero si algo caracteriza a la esparraguera, son sus pinchos. Esos pinchos que te dejan marcadas las manos si osas arrancarle sus tan estimados brotes, y de los que podemos dar fe, aquellos que hemos tenido la afición, no necesidad, de recolectarlos.

Esta misma esparraguera se haya dispersa en gran cantidad por los rincones de nuestros Acantilados, sobre todo en los parajes donde el sol no es tan intenso. Actualmente es la cabra, quien da cuenta de sus brotes. Ya no se ven personas rebuscando entre sus espinosos tallos. Ahora, las hileras bien ordenadas de senderistas que recorren sus veredas, pasan la mayoría de las veces sin reconocer a tan distinguida planta. Todo un gran error. Estamos saturados de información sobre plantas y animales lejanos, y qué poco conocemos las especies cercanas.

…..”¡espárragos, caracoles, tagarninas de la sierra!
a manojitos los niños venden, por la carretera.                   

                                                   Carlos Cano



 

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