Cuando estaba pensando el título de la entrada, tampoco he tenido que romperme mucho las entendederas, rápidamente se me han venido dos pensamientos sobre el mismo. El primero, el del inquilino del cortijo del Carrizal, un “hippie” suizo que se retiró a vivir la vida contemplativa al cortijo, y el segundo, el de una chirigota de Cádiz.
Estaba yo rastreando toda la zona del Carrizal intentando localizar a un ejemplar de águila pescadora, cuando de repente, veo volar un pájaro con unos tonos, que nunca había visto por los Acantilados. Ya enfocado con los prismáticos, pude apreciar de qué se trataba. ¡Era la primera vez que veía una carraca por los Acantilados! La alegría y la sorpresa, a partes iguales, fueron infinitas. Se posó en uno de los almendros secos, que rodean las ruinas de la casa del Carrizal. Rápidamente me dirigí hacia la casa, y me aposté a una distancia prudencial, para intentar fotografiarlo. Como su conducta era bastante repetitiva no fue nada difícil hacerle unas primeras fotos. Me acerqué al cortijo para preguntarle al inquilino si había visto el pájaro y desde cuándo lo veía, para intentar volver con un equipo fotográfico mejor y sacarles mejores fotos. Saludé al ocupante (tan de moda en la jerga actual), y como mi inglés es por debajo de básico o prácticamente nulo, no había forma de entendernos. Le hacía el gesto de pájaro acompañado con la palabra: “Blú”, y en español , desde cuándo lo veía. Este dato era importante, para volver o no a la casa para fotografiarlo. Pues si la carraca llevaba ya varios días, tenía menos posibilidades de fotografiarla, pues de un día a otro daría el salto hacia África. Como al final sucedió. Él me decía en su escaso español: “Otro día sí pájaro azul”. Pero era incapaz entender el desde cuándo, y yo de explicarme correctamente.
Al día siguiente volví pertrechado de un equipo mejor, y me pasé para ver al inquilino y preguntarle. Los intentos fueron en vanos, y la respuesta la misma:“Otro día sí pájaro azul”. Lo dejé en sus tareas, y me fui a apostar al mismo lugar del día anterior, con la incertidumbre, de si la carraca seguía por la zona o no. Tuve la suerte de que apareció y pude lograr algunas fotos más. La misma escena con mi ya conocido suizo, se repitió durante un día más, hasta que al tercer día, cuando llego y le volví a preguntar, me dijo: “Otro día no pájaro azul”. A partir de entonces se terminaron las sesiones fotográficas, pero empezó una relación de seguimiento, no llegó a amistad, y preocupación por la salud del inquilino del Carrizal, que terminó con final feliz, pero pudo haber acabado en tragedia. Quizás en alguna entrada cuente la historia.
El segundo pensamiento que se me vino a la cabeza, fue el de una célebre chirigota gaditana, que en su atrezo, evocando a una famosa taberna antigua de Cádiz, llamada “El pájaro azul”, aparecía una foto grande del afamado pájaro azul. Pero de este pájaro, tenemos más información y fotos que de este bello coraciforme, por lo que no voy a explicar nada de este pájaro, para eso están los periódicos y hemerotecas si queréis profundizar sobre tal avifauna.
Así, que agudo e intuitivo senderista que recorres estos Acantilados, será complicado que te encuentres con este bello pájaro. ¡Pero para un Dios querer! En cualquier momento te puedes tropezar con él. ¡Que disfrutes y admires los bellos tonos de su plumaje!
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