Llevamos ya, unas pocas entradas sobre aves, y si hay alguna de la que hayamos hablado, que tenga tan mala prensa, ésa es nuestro protagonista. Para empezar, es de color totalmente negro, sin ningún toque de otro color que le alegre la indumentaria. Vinculada en multitud de ocasiones con el mal, la mala suerte, el mal agüero, el demonio, la oscuridad, la traición, lo siniestro…… Además, no le acompaña su canto, por lo general estridente, lúgubre y/o desagradable. ¿Cabría escribir más cosas negativas y nocivas? Menos mal, que no para todas las culturas, nuestro protagonista ha tenido tan mala prensa. Los bárbaros del Norte, por contra lo consideran una figura sagrada y sabia. ¿En qué quedamos, podemos fiarnos de la percepción de tales bárbaros? ¡Ya empezamos con las fake news! La verdad, es que, como por nuestra comarca los córvidos aves, que no humanos, han tenido tan poca presencia, no tenemos grabado en nuestro acervo cultural, una imagen negativa sobre tal ave; y, para la mayoría de nosotros, la visión de tan rara y esplendorosa ave, ha sido considerada como una presencia exótica y llamativa.
Su constancia primera, de la que tengo una visión más lejana, se remonta a una pareja que anidaba en la pared de un cerro cercano, coronado por la imagen icónica de un ejemplar de toro, de una conocida, entonces, marca de “cognac”. Actualmente, más políticamente correcto, llamada brandy o bebida espirituosa. Visitábamos este cerro, para poder admirar los vuelos de las innumerables parejas de cernícalos vulgares, que anidaban en sus paredes, haciendo compañía a los solitarios cuervos. Actualmente, ni las parejas de cernícalos son innumerables, ni los cuervos surcan los cielos del cerro ni de los terrenos adyacentes.
Por contra, desde que empecé a recorrer estos Acantilados, esta pareja de cuervos, surcan sus cielos dando más diversidad, y ese toque exótico, a estos parajes. Tiene que hacer frente a halcones, búhos reales, y diversas águilas. El respeto, hasta el momento ha sido mutuo, aunque dependiendo del año, hayan tenido que cambiar su nido de lugar, por motivos de fuerza mayor, al entrar en litigio, la ubicación de los nidos de búhos y cuervos.
Su visión, graznido característico y vuelo, surcando los distintos parajes de los Acantilados, es habitual a cualquier hora del día. Dependiendo de la época del año y de las horas del día, se les puede ver en las paredes donde rompen las olas, posados sobre algunos de los árboles de las fincas privadas, o graznando sobre algunos de los cables de alta tensión que atraviesan los Acantilados. Su zona de influencia va más allá de los límites del Paraje Natural, pero es muy raro verlos realizar vuelos hacia mar adentro.
Cada año sacan hacia adelante su prole, que van de los dos a los cuatro ejemplares, que por arte de magia, desaparecen cuando llega el otoño. Es una incógnita hacia donde se dirigen, pues no se ve un aumento de la población por las zonas colindantes. Con lo que podemos decir, que nuestros Acantilados cuentan sólo con una pareja de cuervos. ¡Pareja la mar de estable! ¡Hasta el momento!
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