Todos sabemos del repelús que la pléyade de insectos tienen al frío, y del que tenemos nosotros a la pléyade de insectos. ¡Entre repeluses anda la cosa!. Los heladores vientos y bajas temperaturas no son mucho de su agrado. Son más de sangre caribeña que de sangre indoeuropea, por lo que encontrar insectos en invierno, y más al aire libre, es complicado.
Nuestro protagonista es de los insectos más madrugadores en salir a pecho descubierto aunque sea en febrero. Aparecen con la floración de almendros y nectarinos, según dicen los que saben de ésto; pero a falta de nectarinos (lo que le faltaba a los Acantilados: aguacates, mangos y nectarinos) por estos lares, nuestro “Tropinota” se tiene que conformar con las primeras flores de los dispersos y raquíticos almendros que se distribuyen como archipiélagos polinésicos por sus laderas. Aunque también se avienen bien con cualquier flor tempranera que ose exhibirse, siendo sus favoritas: margaritas, cardos y flores de los árboles frutales. No tienen mal gusto. En éstos últimos pueden presentar un serio problema para los cultivos, por lo que no suele ser muy bien recibido en las plantaciones. A pesar de que debido a sus vellosidades son unos magníficos polinizadores, pero les pierde su glotonería con las flores de las futuras frutas, y ese es un gran problema a tener en cuenta. ¡No a todo el mundo le podemos caer bien!
Nuestro robusto y velloso personaje principalmente aparece en terrenos descuidados donde abundan «las malas hierbas»; y de estos terrenos están repletos los Acantilados. También muy presente en parcelas cercanas al monte. Por lo que podemos deducir, que los Acantilados no son sólo el lugar idóneo para la inmensa legión de jubilados de Europa que se pasean por sus senderos durante todo el año, sino que también, son propicios para estos escarabajos, que de estos ecosistemas tienen donde escoger para su supervivencia, y se encuentran por sus rincones como pez en las calas cercanas. Además las plantaciones son tan escasas que nadie se preocupa de luchar con los pocos individuos que se dejan de ver.
Aunque no muy numerosos, algunos ejemplares podemos ver en nuestros paseos, por lo que debemos ir con ojo avizor escudriñando las primeras flores en salir, para poder sorprender a este velludo escarabajo.
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