Los palomos (Columba livia)















Tendría sobre nueve años, cuando un amigo me regaló una pareja de palomas. Nosotros siempre los hemos llamados “palomos” utilizando únicamente el sustantivo masculino. Lo de paloma doméstica llegaría mucho, pero que mucho, más tarde.

Rápidamente, en la caja en los que me los metió, los llevé al taller de mi padre, donde le construimos un palomar y me dediqué a la cría de palomos. Como todo niño que se ilusiona por unos animales, lo que al principio eran ánimos y dedicación al cuidado de éstos, terminó siendo olvido y desgana, por lo que los palomos ya multiplicados no se sabe por cuantos, fueron siendo cuidados por mi padre y mi hermano.  Muchos de ellos terminaron dando color y sabor a un buen caldo, otros fueron presas de palomeros más profesionales, y algún que otro terminó en las garras de los gatos de los vecinos. Cuando mi hermano vendió el taller y construyó otro en las afueras, en un polígono industrial, desaparecieron los palomos de nuestras vidas.

En los Acantilados también sobrevuela una bandada de palomos. Sólo una. Las casas que están dentro del Paraje, o las que conforman las urbanizaciones en los límites, no tienen pinta de albergar palomares de donde provengan. Las nuevas casas de diseño no tienen rincones destinados a los palomos. La pulcritud y esterilización del diseño se llevan mal con los “chorreones” de excrementos.
No tengo ni idea de dónde pueden venir, ni quiénes pueden ser sus dueños, ni en cual cortijo tienen su residencia, si las tienen. Sólo los veo volar en bandada, casi siempre por la misma zona, y buscar entre la maleza el alimento que los sustenten.

Como palomos criados en plena Naturaleza, por su instinto de supervivencia, se les ve más desconfiados que los palomos de las ciudades. Siempre están alerta al más mínimo movimiento y cambian de ubicación constantemente.  Son palomos ágiles y gráciles, nos hay ningún “buchón” ni con sobrepeso. Parecen ser la mayoría de los que nosotros conocemos como“zuritos” , que nada tiene que ver con la paloma zurita, como bien saben los entendidos ornitólogos.  Los hay de varias tonalidades y colores, predominando el azul grisáceo, pero también los hay pintos, rubelas, negros, blancos……. Es emocionante verlos moverse por el suelo, libres, alejados de cualquier parque o ciudad, picoteando en busca de cualquier semilla, pero siempre ojo avizor a cualquier peligro; pues saben de varias parejas de halcones en las inmediaciones que también les gustan seguir sus andanzas.

Me da la impresión de que son los halcones los que los tienen en su peso adecuado, y los que hacen que la bandada no aumente en número considerable, como ocurría en el taller de mi padre con los gatos y palomeros.

¡Eterno binomio: halcones y palomas!


 

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