Contraluz, es desobedecer la norma básica de la fotografía: “la fuente de luz debe estar detrás de nosotros, para que el objeto a fotografiar esté bien iluminado”.
Con esta técnica, hacemos justo todo lo contrario de lo que nos dictan las normas fotográficas. Ponemos delante de nosotros el foco de luz, para que nos inunde, nos ciegue y martillee el objetivo y el sensor, saturándolos de luz. Entonces, por arte de magia lumínica aparecen siluetas y perfiles; se acentúa líneas y formas. Se marcan contornos que con una correcta luminosidad se pierden o entremezclan con los fondos. Los colores se difuminan, se van degradando en matices imposibles, en reflejos de superficie que correctamente iluminadas nos parecerían monótonas.
Las miradas y los gestos desaparecen; las expresiones de tranquilidad, estrés, sufrimiento, admiración o miedo ante el encuentro imprevisto, quedan ocultadas por la falta de luz.
Por contra, cada rama, cada tallo, cada hoja cobran protagonismo en la imagen, tienen su parte importante en el encuadre, resaltan en el espacio caótico de la frondosidad de la escena.
Dependiendo de la hora del día, el contraluz se llena de matices lumínicos y coloristas, pero manteniendo contornos bien delimitados, resaltando figuras sobre fondos resplandecientes.
Mediante esta técnica y con un solo clic, obramos quizás el mayor milagro que podemos hacer en una imagen; transformar en dos tonos, blanco y negro, todo el firmamento colorista que aparece por el visor de la cámara. Desaparecen los verdes, marrones, azules, violetas, rojos,….. Todas las gamas y matices de colores se confunden, se “deconstruyen” en tonos.
El blanco, presencia de todos los colores. Ausencia de luz, el negro. ¡ Vaya paradoja!
¡Más simplicidad imposible!
Una foto a contraluz nos hace sentir como si estuviésemos dentro de la escena misma; trasmitiéndonos una percepción de contraste, naturalidad, sosiego y tranquilidad….. sencillamente, lo que es la Naturaleza.
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