Durante cuatro años de andanzas por estos Acantilados hemos buscado con ahínco, signos que nos manifestaran que el otoño hacia acto de presencia por estos parajes, al igual que lo hacen los cormoranes, petirrojos, mosquiteros, alcatraces….
En todo este tiempo, no habíamos vislumbrado su presencia por ninguno de sus rincones. Buscábamos alguna señal de que nos alertara de su presencia: cambios de hojas, frutos de temporada, hojas caídas, alguna seta…… pero todo había sido en vano.
Sólo veíamos rastros del invierno y del verano; y, algún que otro año, señales de la primavera.
Pero ninguna referencia del otoño.
Bien tenemos que decir, que nuestros Acantilados son muy pequeños, que no hablamos de grandes bosques donde sea muy evidente la presencia del otoño; por lo que éste, tiene más lugares donde esconderse que lugares donde manifestarse; de ahí que comprendiésemos su inhabitual presencia.
Pero este año presagiaba, que algo podríamos ver.
Las lluvias fueron cayendo con asimétricas proporciones. Algunos días aparecieron lentamente, dando ese tinte húmedo a la tierra, que desaparecía con las primeras brisas. Hasta que bruscamente descargaron, como queriendo recuperar las estaciones anteriores perdidas.
El color parduzco que predominaba durante todo el verano, ha cambiando al verde esperanza, del renacer de la hierba por todo el “Paraje”.
El musgo ha vuelto a lucir sus verdes intensos; los líquenes han recobrado su elasticidad, perdida durante el verano, y las setas han hecho su profusa aparición por los bosques diseminados por todos los Acantilados. ¡Por fin, atisbamos un floreciente otoño!
Atrás han queda años donde las setas, ese referente de la llegada del otoño, se veían cual “rara avis” deambulando por estos Acantilados.
Estos hongos, tan aclamados, pero a la vez tan respetados y temidos, han aprovechado la humedad existente para esparcirse por todos los rincones, y nos han mostrado toda la variedad posible de especies.
Boletus, agaricus, clytocibes, cuezco de lobo ………..
Ha sido todo un acontecimiento su contemplación.
Creíamos que ya no las veríamos por estos parajes, que habían engrosado el listado de especies desaparecidas, y que tendríamos que desplazarnos fuera de los Acantilados para poder admirarlas.
Pero unas buenas lluvias, todo lo pueden y nada de eso ha ocurrido, y el otoño, fiel a su designio, ha sido tiempo de setas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario