Llamarle Santateresa a este insecto, tuvo que provenir de alguien, con la que la Inquisición tuvo una larga charla en su momento. O tal vez, no hubo charla alguna, pero qué no se tomaría, para ver por primera vez a la mantis y venírsele a la cabeza la imagen de la santa. ¡Qué podemos decir del extenso imaginario popular! ¡Y más que podríamos decir, si no nos hubiera llegado tan filtrado por instituciones, organismos y organizaciones!
Pero bueno, centrémonos en este bello insecto al que sólo he visto una vez por los Acantilados. ¡Pero vaya ejemplar! Camuflada entre las ramas y hojas de un bayón se encontraba nuestra protagonista. Iba buscando algún camaleón de los que rondan la zona, para atrapar alguna instantánea en su diario deambular, cuando por sorpresa me encontré con este hermoso ejemplar de mantis. Sigilosamente me fui acercando y apartando algunas ramas que me impedían tenerla limpia de obstáculos en la lente del objetivo. Tras conseguir algunas imágenes para asegurarla, antes de que se pudiera asustar y marcharse, me fui acercando un poco más hasta que pude hacerle unas fotos de primero planos. De pronto, a través del visor de la cámara observo como se abalanza sobre la lente nuestra protagonista. Instintivamente retrocedo asustado ante el ataque, y rápidamente se me viene a la cabeza, la fama que tiene la mantis de cargarse a su pareja después del cortejo. Igual de rápido, contrapongo dicha idea, pues nada ha habido entre nosotros que pudiera desencadenar tal actitud. ¿Cómo interpretó mi acercamiento la mantis?
Pensaba que algo raro estaba sucediendo. No era normal el ataque. Algo más tranquilo y aprovechando que seguía en el mismo lugar, más segura de sí misma; me volví a acercar para ver cual era su reacción. Me volvió a dar una distancia de seguridad, pero en el momento que atravesaba esa barrera me volvió a a atacar. Volví a retroceder. Estuve dándole vueltas a la cabeza sobre lo sucedido, y rápidamente caí en la cuenta. Probé a acercarme pero sin la cámara, y sin problema, pude transgredir la distancia de seguridad sin que se produjera dicho ataque. Repetí la maniobra varias veces y el resultado fue el mismo. Sacada la conclusión le hice varias fotos, pero ya más alejado sin traspasar su distancia de seguridad. Me fui y no le hice más fotos. No quería que sufriera ninguna lesión por un primer plano.
Moraleja audaz senderista. Cuando en tus exploraciones por estos parajes te encuentres a una “santateresa” no le acerques la lente del objetivo, pues ve su imagen reflejada en la lente, y piensa que es una oponente que le va a quitar el privilegio de acabar con su consorte. No te hagas historias mentales, sobre una posible relación con ella, a la que nuestra protagonista, quiere acabar antes de comenzar. Te lo advierto, por si se te pasara por la cabeza, como me ocurrió a mí.