Este pequeño geranio que crece por nuestros Acantilados, no podía librarse de la larga lista de nombres, al igual que la mayoría de plantas, por los que es conocida: geranio silvestre, agujas de pastor, hierba de San Roberto, hierba de San Ruperto, hierba de la esquinancia (anginas). Pero ninguno de ellos, hace honor a su nomenclatura latina “purpureum”, es decir rojo. Lo más natural hubiese sido llamarlo “geranio rojo”; a la vista se ve, que lo más llamativo de esta planta cuando la ves por primera vez, es su intensa coloración purpúrea. Fue exactamente lo que me pasó cuando la observé. Su coloración, la forma de sus hojas y capullos de las flores, me evocaban a una planta muy popular, que había visto muchas veces pero que no me venía a la cabeza. Me costó bastante tiempo y muchas consultas comparando las fotografías realizadas, con las que venía en guías y páginas de internet consultadas, dar con que nuestra protagonista era un geranio. Aunque a decir verdad, primero me vino la idea, después de darle muchas vueltas a la testera, de que podía ser un geranio. Por fin, asociaba la planta fotografiada con esa otra planta, tantas veces vista en una maceta. Posteriormente, las guías me confirmaron mi sospecha. A partir de ahí, ya fue más fácil dar con qué tipo de geranio era.
Repasada la larga lista de “geranium” que mostraba la guía: cataractaorum, cinereum, collinum, lucidum, reuteri,……. Aparecía “purpureum”.
¡Éste era mi hombre! ¡Ya lo tenía catalogado!
Ya podía ir por los Acantilados sacando pecho. Cada vez que veía un ejemplar, asombraba a mis acompañantes soltándoles el latinajo: ese es un “geranium purpureum”. Quedaban asombrados de mis conocimientos sobre las plantas, sin saber realmente, que estaba más pegados de plantas, que un esquimal sobre trajes de baño. Ni por asomo podían imaginar cuánto me costó poder ponerle nombre a esa planta de hojas rojizas.
Todos sabemos que cuando empezamos a indagar sobre un tema, al principio parece que lo dominamos con total facilidad, pero a medida que profundizamos sobre el mismo, nos vamos dando cuenta, que no sabemos nada en absoluto; que para poder hablar sobre el mismo, necesitamos muchísimo tiempo para poder dominarlo, y si queremos que nos den la categoría de “experto” sobre el tema, la vida que vayamos a vivir, no será suficiente para abarcar todos los matices. Constantemente seremos sorprendidos con nuevos conocimientos. Seremos siempre un alumno que, con el tiempo, tenemos cierta ventaja sobre los que se incorporan al tema.
Así, que osado y perspicaz caminante que te adentras por estos parajes, te dejo estas instantáneas para que no te pase como me pasó a mí, y puedas reconocer al instante, que la planta esa rojiza que tienes a tus pies, se trata de un “geranium purpureum”.
¡Valiente latinajo habrás soltado! ¡Y lo bien que te ha quedado!
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