Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)













Cuando escuchamos el nombre de pinzón, se nos viene a la cabeza el famoso apellido de esos hermanos que acompañaron a Colón en su gesta descubridora. Es raro, que en nuestra mente elaboremos la imagen, al escucharlo, de una pequeña ave que se mueve por parques, zonas cultivadas y bosques de nuestros alrededores. Rápidamente, la imagen que elaboramos, es la de unos bravos marineros que lo arriesgaron todo, para emprender una empresa con final incierto.También podríamos decir que igual de bravas e intrépidas son estas pequeñas aves; por que es toda una gesta, revolotear por los Acantilados y toda una empresa heróica, no menos incierta, el sobrevivir por estos parajes, escasos de agua y de alimentos.

Hace poco tiempo fui a visitar una zona a escasos cincuenta kilómetros de nuestros Acantilados, donde se ven mirlos capiblancos y zorzales alirrojos, y pude comprobar como los pinzones vulgares se veían en bandos de diez a quinces ejemplares. ¡Qué diferencia con nuestros Acantilados! Siendo un ave tan frecuente por nuestra zona, les pasa un poco como a los humanos pero al revés. Frecuenta las zonas del interior, y deshabita las zonas costeras. ¡Paradoja de estos tiempos! Los humanos se asientan en la costa y las aves se van asentando en el interior.

En los Acantilados los podemos ver en los linderos entre las zonas “cultivadas” y los pequeños bosques de pinos. Tanto en el arbolado abandonados de los cultivos, como en las ramas de los pinos circundantes. Pero como mejor podemos detectarlo, es por su canto. Es de perogrullo. Al ser escasos, es normal, que los escuchemos antes de que los veamos. El dimorfismo es muy acentuado en el pinzón vulgar. Cuando vemos posado en cualquier rama, a un ejemplar macho adulto con todos su colores de gala, ya es difícil que no nos acordemos de qué pájaro es. Sus tonos naranjas del pecho y su cabeza azulada hace que resalte como semáforo en noche cerrada y desierta de una gran ciudad. Las hembras por contra, presentan unos colores más discretos, pero no por ello, son menos elegantes que sus congéneres masculinos. La Naturaleza que es sabia da cabida a todas las combinaciones: parejas con dimorfismo o sin dimorfismo.

Así, que audaz e intrépido caminante que sueles adentrarte por estos Acantilados como “Pinzones”, descubriendo estos parajes; o como “Robinsones”, perdiéndote por unos días por sus apartadas calas; quizás veas a estas avecillas merodear por tu alrededor y puedas distinguirlas por los datos que te hemos dado, pero mejor que te fijes en las fotografías que te sacarán de cualquier duda. ¡Que su canto te entusiasme y sus colores te atrapen!


 

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