La cuerda











Me parece que jamás te has percatado osado caminante, que de una de las paredes más verticales de nuestros Acantilados, pende desde hace decenios una cuerda abandonada a su suerte. Años son los que lleva desplegada y enmarañada, a partes iguales, esta vieja cuerda que alguien dejó abandonada. Su constante exposición a las inclemencias aún no la ha descompuesto, pero tiene todo la pinta de que para nada puede utilizarse ya para lo que fue hecha. ¿Quién se dejaría una larga cuerda abandonada a la intemperie de los Acantilados? Echemos a volar la imaginación e intentemos buscar una solución a tan insólito enigma.

En primer lugar, por el sitio donde se halla, lo más normal es que neófitos escaladores de la década de los noventa, aún sin mucha formación trepadora, la perdieran en su intento de escalar una de las paredes más emblemáticas de estos Acantilados. Quizás en ese primer intento, viesen las dificultades que se presentan en la escaladas de cualquier pared de esta zona. La roca de las paredes está muy descompuesta, y el peligro de una caída de rocas, o el agarre inseguro en la vía está a la orden del día. De echo, pocas vías de escalada se han abierto en sus verticales muros. ¡Intentos, los ha habido, como veremos en alguna futura entrada de este blog! 
Cuando te adentras por los terrenos más verticales de estos bellos parajes, siempre tienes la sensación de que está adentrándote en una gymcana de piedras sueltas. Hay un peligro constante de que la piedra que estás pisando se desprenda y acabes bañándote sin pretenderlo en algunas de las calas cercanas. Prueba de la fragilidad del terreno, son los constantes accidentes que la misma cabra montés tiene en su deambular por sus escarpadas paredes. ¡Algún que otro choto ha caído al vacío! ¡La selección natural!

Otra segunda hipótesis de por qué la cuerda se halla en tal lugar, podría ser la presencia de aviesos buscadores de nidos de rapaces para su singular actividad de cetrería. Estos inexpertos escaladores pero temerarios visitadores de las paredes verticales, sin formación alpinística alguna, pudieron haberse encontrado en una disyuntiva complicada que hizo que tuvieran que dejar abandonada la cuerda sin ser capaces de solucionar algún problema de índole técnica que les surgió durante su furtiva escalada.

Me inclino más por la segunda hipótesis, pues conocía bastante bien el ambiente de los escaladores de aquella época, y si algo no les sobraba, a los pocos “locos” que trepaban por las paredes aquellos años, era el dinero como para dejar abandonada una costosa cuerda en una pared. Si en un primer momento por cualquier motivo hubiesen dejado la cuerda allí, seguro que hubiesen vuelto para rescatar tan valiosa prenda.

Así que intrépido caminante, si te sobra algo de tiempo, cuando vayas de ruta por los Acantilados y por casualidad llevas esos prismáticos que andaban perdido en algún cajón, atrévete a encontrar tan longeva cuerda. Si la encuentras, no lo dudes, haznos llegar un selfie de tal hallazgo.


 

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