¡¡Bienvenidos señoras y señores al mayor espectáculo del mundo!! ¡Van a poder observar con sus propios ojos las acrobacias más impresionantes jamás vistas por el ojo humano! ¡Acrobacias comparadas, con las más arriesgadas de la mismísima: “Pinito del Oro”! ¡No hay ni trampa , ni cartón; ni red de seguridad que amortigüe las caídas! ¡Siéntense cómodamente en sus asientos y disfruten del espectáculo!
Nuestras protagonistas todavía han ido un poco más lejos. Las paredes desafiantes que les muestran los Acantilados pasan a un segundo plano. Para ellas es un juego atravesarlos en cualquier dirección. Han nacido en las paredes más inaccesibles de estos parajes; y si siguen aún con vida, es porque han mostrado habilidades para salvar las dificultades más extremas. Aquellas que dudaron, o bien no eran aptas, cayeron sin remedio a las rocas que conforman las orillas de estos Acantilados.
Entonces surge en ellas el espíritu circense. ¡El más difícil todavía! No se sabe si por la necesidad imperante de buscar el sustento, o el espíritu inquieto y juguetón que les hace adentrarse en los sitios más insospechados. Cambian las paredes, por cualquier tipo de árbol que le pueda ofrecer una hoja que echarse a la boca. Algarrobos, olivos o aguacates no están a salvo de su voracidad. Cambian cualquier cornisa imponente de las paredes, por los muros desvencijados y caídos de las casas y cortijos esparcidos por estos rincones, desde donde instalan sus atalayas para contemplar el paisaje. Salvan cualquier valla que le impida acceder a esa zona donde encuentra el frescor de la brisa marina; o le dé seguridad y tranquilidad para sestear y se cuelan como invitadas inoportunas por cualquier edificio habitado. No hay edificación que no se vea ornamentada por la figura impasible de una cabra.
Es cuando podemos decir literalmente, que la cabra en los Acantilados, las podemos ver en cualquier sitio.
Así que arrojado caminante que te adentras por estos parajes, para entre otras cosas, observar la cabra en su hábitat natural. Ten presente que tienes que tener ojo avizor, y estar atento a los lugares más insospechados, porque de cualquier sitio puede saltar la liebre, en este caso, la cabra. Si las ves encaramadas en cualquier sitio de dificultoso acceso, siéntate y disfruta del mayor espectáculo del mundo.
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