IV Aniversario
















Resumen del glorioso y agostado cuarto año de andanzas por estos Acantilados.

Empieza el año con las siniestras estadísticas de los crímenes del furtivismo, que suenan desoladora después del celo tan raro y efímero que ha sobrevolado estos Acantilados. Estos números quedan para los más íntimos de cuantos andamos por estos parajes. ¡Al resto poco le interesan! Sólo la aparición en los medios de comunicación, hace que toda la maquinaria burocrática se escandalice de los datos.
Las lluvias llegaron en enero, pero no fueron suficientes para apagar la sed que desde hace tiempo vienen sufriendo estos parajes.

Consecuencia del cambio climático, o por que los Acantilados están de moda, los rorcuales (la segunda ballena más grande del planeta) se han acercado hasta nuestras playas. Ni expertos pescadores, que han estado toda su vida faenando por estas costas habían observado tan extraña presencia.
Las primeras orquídeas se dejaron ver a primeros de febrero, demasiado pronto. ¡No será para nada bueno! Efectivamente la floración de las orquídeas ha sido un visto y no visto. Apenas duraban unos días. El intenso calor y la pertinaz sequía agostaba rápidamente los ejemplares que iban saliendo. Delphinium y Lapiedras se han visto en mayor cantidad que otros años.

Las mariposas a pesar de que las flores han brillado por ausencia, no han querido dejar de pasearse por estos lugares resecados. A pesar de no haber ni un triste madroño, la Charaxes jassius ha sido la reina en cuanto a presencia.
Charranes patinegros y alcatraces se dejaron de ver más cerca y fue todo un disfrute verlos pescar.
El paso migratorio prenupcial no ha sido todo lo vistoso de años anteriores, sólo las garcetas comunes se han dejado ver en bandos numerosos, pero tuvimos que esperar hasta mayo.
La sequía brutal ha hecho que pinos enormes cayesen quebrados por la falta de agua. Los insectos y reptiles apenas se han visto; sólo masas de mosquitos sobrevolando, han hecho que aparecieran en más cantidades que en años anteriores: golondrinas, aviones y vencejos.
El paso migratorio postnupcial ha sido muy dispar. Comenzó en agosto con rapaces, cigüeñas y limícolas. También aparecieron algunos ejemplares de águila pescadora mostrando su vuelo majestuoso. Pero el paso de “passeriformes” han dado un poco de vivacidad y atractivo a tan desolador paisaje. Abundante, como casi siempre ha sido el paso del colirrojo real. Currucas mirlonas y mosquiteras también se han dejado de ver en número apreciable.

En el celo hemos podido comprobar como ese duendecillo malévolo y a la vez magnánimo, según las circunstancias lo requiera, ha sido condescendiente con nosotros, y a pesar de todos los atropellos que realizamos por estos Acantilados, los ha nutrido de ejemplares dignos de admirar.

Seguimos a la espera de las tan ansiadas lluvias. Esperemos que la crónica del V Aniversario refleje y sea un acta fidedigna del esplendor de estos Acantilados tras los chubascos caídos.


 

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