Cantarriján














Es noche cerrada y los hombre se han desplegado por los acantilados cercanos y algunos han bajado hasta la playa para facilitar el desembarco. Cuando éste se produzca y tengan plena certeza de que no hay fuerzas francesas por los alrededores, bajarán todos para acelerar la descarga de víveres y municiones;  y “salir por patas” de la ratonera en la que se puede convertir esta playa de tan difícil acceso.
Han elegido esta remota playa por encontrase lejos de la populosa Vélez, donde los dragones del regimiento número 58 tienen controladas todas las playas del litoral cercano a la ciudad; asimismo quedan lejos y pueden burlar fácilmente la batería de Nerja. Después del descalabro en la playa de Torre del Mar, no hay una playa segura para ningún desembarco. Los franceses andan siempre alerta ante la posibilidad de ayuda desde la cercana Gibraltar.
Todos los hombres pertenecen a las partidas del alcalde de Otivar (buen conocedor del terreno) y del Guerra. Llevan batallando con las tropas de los regimientos números 12 y 58 llegados de la cercana Vélez y de la ciudad de Málaga desde hace dos años. Las victorias y descalabros se han sucedido alternativamente durante este periodo. Los franceses, mejor avituallados, se mueven con facilidad por toda la Axarquía. En algunas zonas son incluso ayudados por los nativos ante los desmanes cometidos por las partidas que se mueven por toda la comarca. Las partidas no gozan con la simpatía de los habitantes de los pueblos, aunque esta simpatía cambia según quienes hayan ocupado y regenten las localidades. 

Un centelleo, apenas visible, de luces provenientes del mar indican que la polacra que están esperando se acerca a la costa. Desde la playa verifican que las señales observadas son las indicadas. No será la primera vez que se vean sorprendidos por una goleta francesa que se ha hecho pasar por una inglesa o por una española. En la oscuridad de la noche van observando como la figura de la polacra se aproxima lentamente hacia ellos. Por ser una nave de poco calado le permite maniobrar con facilidad, y acercarse prácticamente hasta la orilla. Con sigilo, esmero y rapidez van desembarcando todos los víveres y materiales acordados. Igualmente, han entregado al capitán un cartapacio con la información de los movimientos de las tropas francesas por toda la comarca.
Han escondido parte de lo desembarcado por los barrancos y acantilados cercanos y con fardos repletos a las espaldas volverán a sus bases de la sierra cercana, donde los franceses no se atreven a perseguirlos por lo escarpado del terreno. Con lo desembarcado abastecerán también a las partidas de Valdés y de Muñoz, y quién sabe si no se atreverán a intentar la recuperación de la bien guarnecida Vélez. 

La facilidad y el éxito del desembarco han henchido los ánimos de los jefes de las partidas, pero la realidad de las jornadas posteriores los harán ver con más objetividad lo complicado de dicha empresa; máxime, cuando corren comentarios de que el rey José Bonaparte visitará tan importante ciudad para conocer las plantaciones tropicales de caña de azúcar; observándose movimientos significativos de tropas ante tan eminente visita.
Un largo silbido que se va repitiendo, cual eco, por todos los Acantilados, indica que todo se ha desarrollado según lo previsto. Van desapareciendo como fantasmas engullidos por la espesura y lo escarpado del terreno. Cantarriján vuelve a la quietud y tranquilidad habitual. Sólo el mar, las rocas y la incipiente luna que ha ido apareciendo por Cerro Gordo han sido testigos de lo acontecido.

 

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