Siempre asocié a esta planta con su conocido aceite. Nunca lo he tomado, por lo que no viví en carne propia su laxante efecto. Pero sigue revoloteando en mi mente las historias contadas, sobre la estrecha relación de este aceite con figuras del pasado que lo utilizaron como venganza para humillar a otras personas sometidas y mortificadas por pretender vivir en una sociedad distinta. Quizás, por lo íntimamente ligado que estaba el aceite a tan mezquina conducta, nunca se utilizó en mi casa con fines medicinales, ni con otros fines.
Paradojas de la vida, la primera vez que tuve entre mis manos los frutos del ricino fue cuando los recogía del suelo del patio de la sede de una asociación juvenil española, que servía de patio de recreo. Cada vez que salíamos al recreo, el suelo estaba alfombrado por los frutos de una planta de ricino que había crecido en el muro superior de la pared del patio. Al poco tiempo de salir al patio, parte del suelo era una mancha pegajosa y negruzca.
Planta de ricino, frutos por los suelos, asociación juvenil, antiguos camaradas con sus correrías purgantes……… Dejemos de elucubrar y cavilar posibles vínculos, y centrémonos en el ricino que crece en nuestros Acantilados.
Planta totalmente salvaje y desligada de cualquier carga miserable. Nuestra planta crece robusta y vital por las zonas que fueron cultivadas antaño, y que actualmente son colonizadas por todo tipo de plantas; y entre ellas se encuentra nuestra higuerilla, como también se la conoce.
Se van viendo ejemplares salpicados por todos los ambientes que conforman los Acantilados, y hay que seguirlas durante todo su ciclo vital, para ir descubriendo la evolución de sus espinosos frutos.
Esta planta, al igual que ciertos sectores de nuestra sociedad, se ha reciclado para dejar olvidado su oscuro pasado; y se ha subido al carro de la nueva modernidad. Su polémico aceite, se emplea para elaborar trampas adhesivas de insectos, y ya se baraja su aplicación en la elaboración de biodesel.
¡No hay nada, como volver la mirada a la Naturaleza!
Atento caminante, cuando recorras nuestros Acantilados y te encuentres con esta planta tan mal aplicada por minúsculos grupos, recuerda que también ella, ha necesitado cambiar de camisa, para ir tirando.