La tarabilla común (Saxicola torquatus)













Cuando madrugaba los domingos para ir a poner “trampas” a la “Cañá de Burgo”, con mi vecino Miguel, con nuestras bolsas de mano y el traje de lluvia dentro  ¡por si acaso!;  nuestra víctima por excelencia era el “cagaestaca. Ese era el nombre de la tarabilla en el vocabulario que nosotros dominábamos sobre las especies de nuestro alrededor. Su nombre venía de la vara (estaca) normalmente de caña vera, que poníamos cerca de la trampa para que el pájaro se posara, y desde esa atalaya privilegiada y fatídica, divisar el gusano o la hormiga de ala de la trampa.

Como suelo decir, con la llegada de las guías de aves y el refinamiento de las costumbres, el “cagaestaca” pasó a llamarse, tarabilla; incluso conocimos, de que había varias clases de tarabillas: común, norteña, canaria..…

Perseguida la caza con trampas, aunque no desterrada actualmente de ciertos ambientes, la tarabilla se pasea por los Acantilados sin ser atraída, ni engañada por palo alguno. En ese aspecto se siente tranquila y poco amenazada; siendo muy visibles y fácilmente distinguibles en nuestros paseos. 

Es un pajarillo muy abundante, pudiendo observarlas, sobre todo, por los terrenos más áridos, donde los espinos y los matorrales secos tienen su hábitat.  La veremos ir y venir en una actividad incesante desde su posadero, en busca del insecto o de la semilla localizada.

Siempre encima de cualquier mata o palo, lanzará a los cuatros vientos su melodía estridente y chillona; disputando el terreno con colirrojos y petirrojos que osan entrar en sus límites. Las persecuciones y disputas entre especies están aseguradas y son muy habituales por estos contornos.

Es otro de los pajarillos que cuando los ve, te atrapan en su contemplación. Su cabeza negra oscura, con ese collar blanco y el pecho anaranjado la hacen especialmente llamativa y sencilla de diferenciar. 

Nuestros Acantilados cuentan con una aceptable población de tarabillas, que hacen de estos parajes su residencia habitual durante todo el año.

Así que amigo caminante, tómate el itinerario como un disfrute, nunca como una competición; así podrás disfrutar en tus paseos por estos rincones de otro pajarillo, que quizás lo habías visto, pero por desconocimiento, había pasado inadvertido.

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