Días extraños













Hoy ha sido uno de esos días extraños que te ofrece de vez en cuando la Naturaleza.

La mayoría de los días vuelves a casa sin haber observado, ninguna de las especies que normalmente estás acostumbrado a ver; y si has visto alguna, ha sido a gran distancia. Te vuelves a casa con la sensación de que han desaparecidos todos los animales que viven o habitan de forma estacional en los Acantilados; y que,  por desconocidas razones, piensas que han emigrado a lugares más confortables. ¡ Ya es raro encontrar un lugar más confortable!

Hoy ha sido todo diferente. Hoy ha sido uno de esos días donde los animales se han mostrado más cercanos; donde cautelosamente, eso sí, puedes disfrutar de su observación a distancias más cortas de las habituales, y donde puedes estar horas y horas contemplando su quehacer diario sin alteraciones. 

Puedes escuchar sonidos que habitualmente no suele escuchar: los estornudos; las llamadas amorosas; los berridos de los más pequeños; los chasquidos de los espartos al ser cortados con la boca; los sonidos del rumiar la hierba,……….

Te llegan todos los aromas y fragancias que no estás habituado a sentir, y que en un primer momento no sabes discernir de qué se trata, pero poco a poco, cuando has educado tu olfato al ambiente donde te vas moviendo, los vas reconociendo.

Volvemos a reconocer aromas perdidos, que teníamos grabados en nuestro acervo sensorial, y que fueron desgraciadamente desapareciendo, de nuestro disco duro olfativo.

Es tal la tranquilidad y el sosiego que se respira en el ambiente, que incluso, cuando el cansancio les puede a los animales, se tienden a dormir a “pata suelta”, sin importarles que se encuentra un intruso cerca. Tan cerca, que se saltan incomprensiblemente todas las distancias de seguridad que normalmente suelen guardar a rajatabla.

Estos días son los que más aprendo de la Naturaleza, donde más sentido le encuentro a lo que es vivir en consonancia con la Naturaleza; donde se muestra a simple vista, las cuatro, no hay más, normas fundamentales que rigen para vivir en armonía con la Naturaleza, sin llegar a agredirla salvajemente.

Intento captar con la cámara esos momentos únicos vividos; pero las fotos resultantes, aunque puedan tener una gran belleza y transmitan parte del momento vivido; nunca llegan a plasmar ese ambiente mágico, que te ha ofrecido la Naturaleza.


 

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