Hablar de la gaviota patiamarilla en los Acantilados, es quizás hablar de la colonia más abundante de gaviotas de estos parajes. Su presencia es habitual en cualquier ambiente de los que se dan en estos Acantilados: descansando en la orilla de las distintas playas; sobrevolando los barrancos y crestas que jalonan los acantilados; o posadas sobre las distintas rocas que caen sobre el mar.
Es una gaviota sedentaria, por lo que su presencia es habitual durante todo el año.Sus vuelos, piruetas y chillidos no pasan desapercibidos; sobre todo en época de cría, donde se muestran más agresivas ante la presencia de cualquier intruso.
Es incesante su idas y venidas recorriendo la línea de costa de los Acantilados buscando un lugar tranquilo donde descansar; o bien, adentrándose hacia el mar, donde también gusta de posarse sobre la superficie tranquila de la bahía.
Es una gaviota poderosa, con un pico potente y un abdomen más delgado en su conjunto. Posee unas altas patas, claro, de color amarillo, que le da un aspecto todavía más impresionante.
Es un espectáculo verlas descender a gran velocidad hacia las zonas donde el agua del mar reverbera por la presencia de grandes cantidades de pescados; y verlas aparecer con una presa entre su pico.
A principios del siglo XX estuvo a punto de desaparecer, pero su población ha aumentado considerablemente, entre otras cosas por que es un ave muy oportunista, que ha sabido aprovechar las ingentes cantidades de alimento, que el ser humano le ha proporcionado con la ubicación de vertederos controlados e incontrolados cercanos a la costa.
A pesar de lo común de su presencia, no podemos de dejar de reconocer su bello porte, sus bellos tonos blancos y grises y su gran envergadura; sobre todo, cuando sin esperarla, te deja caer su sombra en sus vuelos rasantes.
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