Los mitos (Aegithalos caedatus)
















 ¡Qué sorpresas nos deparan algunas palabras! Siempre hemos relacionado al “mito” con algo legendario; con seres fantásticos de una fuerza descomunal. Todo lo grandioso que podíamos imaginar, estaba asociado a lo mitológico.

Nuestras mentes volaban con la lectura de los mitos. Nos hablaban de seres quiméricos, “mitológicos”;  que con su fuerza ciclópea, lanzaban enormes rocas para destruir enormes ejércitos. Nos hablaban de incestos entre dioses inmortales. Nos hablaban de interpretaciones cosmogónicas increíbles.

¡Todo cabía dentro del mito!

Como no podía ser de otra forma, nuestros Acantilados cuentan también con su “mito”, mejor dicho con sus “mitos”. 

No son mitos transmitidos oralmente, ni mitos rescatados por historiadores locales ávidos de formar parte de la cronología municipal. Tampoco son mitos sobre cavernas profundas que se adentran hasta el centro de la Tierra; ni de seres extraños y fabulosos que arribaron por extrañas circunstancias hasta sus playas.

Todo lo contrario, este mito es pequeño y frágil. 

Ave de cola más larga que el cuerpo. Todo en él es cola. Sólo su cola podríamos decir que en relación a su cuerpo, tiene medidas algo mitológicas. 

Pero en ese cuerpo diminuto cabe más bien poco. Pequeños insectos sacian su diminuto estómago.  

Este pajarillo puebla los pinares de nuestros Acantilados. Su canto silbante se escucha entre los pinos. 

Llegan en grupos pequeños con su volar nervioso, y nerviosamente van saltando de rama en rama, de pino en pino. Desapareciendo tan rápido como llegaron. 

Algunas veces dan la sensación de ser bastante curiosos, pues van descendiendo por las ramas, no sin cierta cautela, hasta acercarse para averiguar, qué es ese matorral artificial que ha crecido junto al tronco del árbol.

Dar constancia con fotografías de su deambular por estos Acantilados, siempre es complicado.

Pero queden estas instantáneas para desentrañar este otro gran desconocido “mito”.

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