Estos visitantes invernales: “el cormorán” (Phalacrocorax carbo)













Este ave de nombre científico difícil de pronunciar (Phalacrocorax carbo), es otro de nuestros visitantes del Norte, que pasa los meses de invierno en nuestras costas. ¡Cómo se repite la historia! ¡Pero, bienvenidos sean!

Estas aves enormes, le dan colorido y vida a nuestros Acantilados; ya que sentarse sobre algunas de las rocas que pegan al mar,  y ver llegar a estas aves silenciosas nadando por la superficie y en un santiamén zambullirse durante minutos para pescar, es otro de los alicientes, que no aparecen en las guías de turismo sobre la zona, y de los que podemos disfrutar en los días “primaverales” de invierno.
 Aunque en las lagunas o pantanos cercanos su densidad es mayor, es aquí en nuestros Acantilados por su configuración, donde podemos observar a estas aves en su deambular por la superficie en su faceta pescadora.
Los primeros ejemplares ya empiezan a verse por el mes de octubre, posados por las rocas de nuestros Acantilados. Suelen ser ejemplares individuales los primeros en avistarse, hasta que entrado ya el invierno, suelen verse grupos pequeños de tres o cuatros ejemplares. No se suelen ver grandes grupos, como ocurre en las aguas dulces interiores cercanas a los Acantilados.
Pasarán largo tiempo sumergiéndose por todo el litoral, para atrapar a sus presas; de vez en cuando saldrán para coger aire, y volverán a bucear hasta saciar su apetito.
Una vez saciado, y cuando el sol está bien elevado sobre el horizonte, buscarán una gran roca cercana, y tomarán el sol, al igual que sus conciudadanos; y al igual que sus conciudadanos intentarán atrapar todo el sol posible, para llevárselo hacia sus frías latitudes. 
Extenderán sus largas alas mirando hacia el sol, y como si se trataran de “guiris” recién desembarcados del aeropuerto más cercano; cerrarán los ojos, hasta que ahítos de sol, pero sin llegar a dorarse con quemaduras dignas de visitar el ambulatorio más cercano, emprenderán nuevamente el vuelo; o se sumergirán lentamente, para comenzar otro nuevo periodo de alimentación.  
¡Es un placer observar estas aves! No son de las más bellas, pues durante el invierno no muestran sus mejores galas; pero sí son de las más amenas, por sus constantes zambullidas y salidas a la superficie.  Conforme se acerca la primavera, nos van mostrando el colorido de la cabeza;  y,  el cuerpo que luce una color negruzco, va cambiando hacia tonos marrones, donde irán apareciendo dibujos geométricos sobre las plumas.
Será en primavera cuando vayan retornando a sus lugares de cría, pero ya algunos ejemplares se van quedando durante todo el año, les cuesta volver a sus gélidos países, tras verificar las bondades de nuestro clima. ¡ Cómo se repite la historia! 
Esperemos que en el futuro no cuenten con un Brexit, que les haga titubear sobre su futura permanencia en esta morada.

 

 

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