Foto realizada desde kayak por José Navarta
Foto realizada desde kayak por José Navarta
Foto realizada desde kayak por José Navarta
“La Rhizostoma luteum es una especie de cnidario escifozoo de la familia Rhizostomatidae. Fue descrita en 1827 por los franceses Quoy y Gaimard. Es conocida porque puede llegar a pesar 40 kg.
Desde su descubrimiento solo ha sido mencionada en la literatura ciéntifica seis veces debido a que hasta la fecha no se tenían ni fotografías ni dibujos. Hasta tal extremo llegó, que algunos investigadores incluso ponían en duda su existencia o pensaban que podía tratarse de una variedad o subespecie.
Finalmente, en el verano de 2012 fueron observados unos 50 ejemplares en la costa española del mediterráneo, demostrando así definitivamente su existencia.” (Wikipedia).
Esta breve reseña de la Wikipedia, es todo lo que sabemos hasta ahora de este ser, que parecía vivir en la mente de estos dos zoologos franceses; pero que, salvada tan larga timidez, lleva haciendo acto de presencia en las playas de nuestros Acantilados, durante los dos últimos años (que tengamos constancia fotográfica).
Nada sabíamos de este ser. Para nuestras cortas entendederas formaba parte de la legión de medusas que estaban inundando nuestro litoral los últimos veranos; pero su extraordinaria figura, así como sus extensos y robustos tentáculos, nos delataba que nos encontrábamos ante una medusa, fuera de lo común.
La Rhizostoma Lutea se aproxima a la orilla parsimoniosamente, movida por el vaiven de las olas que la dirigen hacia un lado y otro de la cala. Extiende sus largos y anchos tentáculos, que escrutan todo cuanto se encuentra, evocando recuerdos, después de tan largo intervalo, alejada de las miradas de quienes pusieron en peligro su existencia, o tal vez, provocaron tan dilatado letargo. No hay parte alguna de la superficie que escape a su curiosidad, cerciorándose de lo mucho que ha cambiado éste, y todo el litoral mediterráneo, desde su avistamiento por los zoólogos galos, allá por 1800. Rápidamente es rodeada por una pléyade de peces que la siguen y acosan; algunos se acercan, como intentando sacarle alguna tajada a tan robusto ser.
La Rhizostoma impasible a tan numeroso cortejo continua su deambular, rodeando toda la cala; hasta que impulsándose lentamente se vuelve a dirigir hacia mar abierto, donde vuelve a quedar fuera del alcance de miradas indiscretas. ¡Quién sabe por cuánto tiempo más!
Hasta el momento, septiembre de 2016, es fiel a su visita. Nosotros igualmente estamos expectantes a su aparición, que inunda de distinción, con su presencia, nuestros Acantilados.
Nota: Cualquier avistamiento que se realice de esta especie se debería comunicar al Instituto Oceanográfico Español.
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