Ha sido la planta de referencia de los paisajes desérticos de nuestros Acantilados; hablamos en pasado, por que esta planta, tan presente en toda nuestra comarca, tiene en estos momentos, serios problemas de subsistencia.
Se abrió camino entre las plantas autóctonas, a lo largo de más de un siglo; y, después de cuatro siglos, han bastado sólo varios años, para que una plaga proveniente del mismo continente que vio nacer a nuestra chumbera; sea, quien esté acabando con ella.
¡Cuántos recuerdos se nos viene a la mente cuando vemos morir a la chumbera!
Era agosto el mes de los chumbo.
¡Qué ritual en la recogida y la degustación del “chumbo”! ¡En su venta! ¡En sus transporte en cajas, selladas con altabaca!
Los distintos carritos de venta ambulante, que anteriormente habían sido utilizados para la venta de batatas asadas, se disponían estratégicamente en los lugares más frecuentados para la venta de los chumbos, y allí mismo podías degustarlos, viendo la habilidad con que el vendedor los iba abriendo, sin tocar su peligrosa piel, y ofrecerte abierto, el dulce manjar de la chumbera.
¡Qué pregonar de sus frutos por esas calles al reclamo de: “gordos y riondos, los riales”!
Por que los chumbos reales (“riales” al ser pregonados, tenían menos espinas en la chumbera) estaban más valorados que los moriscos (con más espinas en la planta).
Los frutos de la chumbera, ha sido para nosotros “los chumbos”; pero los tiempos cambian, y debido al refinamiento de nuestra sociedad, se conocen en la actualidad, como “higos chumbos”; quizás este nombre, les da un porte de fruto más revalorizado, exquisito y excéntrico.
La chumbera como le pasó al algarrobo; “quitó” mucha hambre en determinados momentos de nuestra historia no muy lejana: a personas y a animales.
Actualmente en esta situación de opulencia alimenticia, ha sido unas de las especies relegadas de nuestras dietas; quedando solamente como mera reliquia alimenticia, mostrada en ferias y exposiciones. ¡Ah, y en esa costumbre tan arraigada actualmente de celebrar el día del………!
La chumbera va encogiéndose, mustiándose, acartonándose…. y en definitiva, extinguiéndose por la cochinilla y por los cambios de hábitos y alimentación de la sociedad actual; desarraigada por gusto y hábitos venidos, de esas latitudes de ultramar de donde un día nos vino la chumbera.
¡Acaso sea el eterno, retorno! ¡El eterno intercambio de las modas!
Malos tiempos, para la chumbera y para la cabra de nuestros Acantilados, que ha perdido ese aporte de frescor y “verdor”, en los meses tórridos de los Acantilados en su dieta.
A veces, cuando ves de cerca el rostro de la cabra, parece salirle una “sonrisilla”, como queriendo decir: ¿malos tiempos sólo, para nosotras y las chumberas?
Curiosamente, cuando es difícil ver una chumbera (tunera y tunos dicen en Canarias) sana; en la subida a la Estupa de Kalachakra hay una plantación reciente de chumberas. Alineadas las pencas, con goteros y una buena extensión. Si no tienen un remedio para la cochinilla parece un atrevimiento con poco sentido.
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