El Gallico del campo…. (Upupa epops)














Su cresta y sus llamativos colores durante el vuelo, nos anuncia que estamos ante un ave distinta a las que solemos ver, por estas tierras. Aunque la conocía, y su presencia siempre ha estado presente en mi retina, desde que iba a buscar espárragos por los alrededores de mi ciudad, allá por finales de los sesenta y comienzo de los setenta; la conocía, como el “gallico del campo”.
Este “gallico”,  es el único representante europeo de un orden de aves tropicales, las bucerótidas: tocos, calaos… 
Por ello, no podía ser de otra manera, y, qué mejor lugar para elegir, que esta Costa Tropical, donde pasar algunos mesecillos alejado del sopor del verdadero trópico. 
Difiere enormemente de las restantes aves de su orden, no sólo por su hábitat, sino también por su comportamiento y muchas otras peculiaridades.
Pájaro estival, nos dejará en septiembre para reunirse con sus parientes tropicales, allá por tierras africanas.
Le encanta los árboles viejos donde construir sus nidos; y, de esos ejemplares, están nuestros Acantilados repletos: viejos olivos perdidos entre pinos; algarrobos doblando la testuz ante las constantes sequías….. Todos ellos aprovechados por esta llamativa ave. 
Todos les sirven de atalaya donde desplegar su sonoro canto, más cercano al reclamo de un búho que al alegre gorjeo de un ave tropical.
A veces un fuerte resoplido nos llamará la atención cuando nos damos un paseo por estos parajes, y la falta de costumbre en su escucha no hará pasar desapercibida a su autora, que con su rápido vuelo, pondrá terreno de por medio, buscando la seguridad de una nueva rama.
Irá escrutando cada centímetro de tierra para conseguir esa larva con la que alimentarse y sacar adelante sus crías. Es de las pocas especies que contamos en estos Acantilados para combatir la “procesionaria”, pues son las larvas de esta temible plaga, su preferida en el menú; y durante la época de cría la veremos llegar al nido con su larva correspondiente. Acción que se repetirá una y otra vez, hasta que los pollos puedan valerse por sí mismos.
La abubilla es de esos veraneantes, cual “rara avis”,  que al contrario que la mayoría de especies, viene del Sur para pasar el verano.


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