Sus scrofa














De vez en cuando vemos en televisión que los jabalíes se están convirtiendo en una plaga en nuestro país. Se están reproduciendo con tanta facilidad y tienen tan poca comida que buscan en las ciudades el alimento que no encuentran en la Naturaleza. Los medios, tan sensacionalistas como siempre, o en algunos casos defendiendo posturas cinegéticas, nos advierten del peligro que conlleva tal acercamiento a las zonas habitadas, la mayoría de los casos magnificando tales peligros. El peligro realmente existe, pero habría que hablar largo y tendido a qué es debido tal peligro. Pero no es asunto de este artículo, pues en los Acantilados aún no podemos hablar ni tan siquiera de que sean un problema.

Pero los Acantilados, como no podría ser de otra manera, también cuenta con su manada de jabalíes. Desde hace varios años se ven merodear las distintas zonas de los Acantilados. Es una manada chiquita, como prácticamente todo lo que hay por estos parajes. Hasta el autor de estos artículos lo es. Manada que da la sensación de que no aumenta, aunque todos los años se ve un grupo de jabatos. Puede que se vaya repoblando las zonas colindantes de los Acantilados con esta manada, pero queda claro, que dicha repoblación tiende sólo en una dirección: hacia el interior. Al otro lado tienen el mar, y todavía no hemos visto ningún ser marino con pinta de jabalí que haya involucionado. ¡Pero todo llegará, y quién pudiera vivir millones de años para verlo!

Sus huellas, sus señales y su presencia las podemos encontrar en cualquier zona: en los márgenes de los carriles, en los olivares, en los bosques de pinos,….. aunque su observación real sea otro cantar y tengamos más dificultades para tropezarnos con ellos. ¡Bueno toda las dificultades que ellos quieran poner!  Pues siendo animales más bien nocturnos, que se pueden ver mejor al amanecer y al atardecer; cuando ellos quieren se pasean por las playas, retozan y se dan su vueltecita a cualquier hora del día. Aunque normalmente, en las horas de más calor andan sesteando por los pinares más densos y menos frecuentados de los Acantilados. Solamente, la presencia del intrépido excursionista que se ha perdido, o que busca el camino más complicado para ir de un sitio a otro de los Acantilados, sacarán a nuestros protagonistas de sus dulces sueños. También los canes que van acompañando a la ingente cantidad de senderistas que recorren estos parajes, levantarán, perseguirán y acosarán a estos incansables glotones. Por una u otra razón, siempre andan sobresaltado los jabalíes, creyeron que habían descubierto el paraíso en los Acantilados y no se dieron cuentan que no dan para mucha intimidad, como la puede dar las montañas cercanas o los bosques mediterráneos de otras latitudes. ¡Pero ellos se lo han buscado!

Así que intrépido y audaz caminante, ni las diez, ni las once, ni las doce son buenas horas para adentrarte por estos parajes, si te hace ilusión de ver a estos jabalíes. Como “pa un dios querer”, sí te los puedes tropezar. Pero tendrás que madrugar un poquito para tener más posibilidades de ver otro mamífero salvaje por estos Acantilados que no sean cabras.


 

Gennaria diphylla














Cuesta creer que esta pequeña y rara planta de los Acantilados, pocos ejemplares se ven, pertenece a la familia de las orquídeas. Creo que se debe al tesón de alguien, que tras muchas horas de estudios y miradas en microscopios; encontró, en lo más recóndito de sus estudios moleculares, que dicha planta tenía relación con las bellas orquídeas. Porque a decir verdad, bella la “gennaria,  no es. Es más bien simpaticona. Cae bien. Las moléculas de belleza que abundan en sus parientes, en la “gennaria” se encuentran más escasas. ¡Eso sí! Se enorgullece de su aspecto delicado, esbelto y de su rareza. ¡Todo no tiene por qué medirse por el buen aspecto! ¡Cuánto de impostura hay detrás de una buena presencia!

Como hemos dicho es una especie rara, pero que muy rara, por estos parajes y por toda la Península. Como le pasa al camaleón, sólo se tiene constancia de su presencia, en las provincias del Sur, desde Algeciras hasta Almuñécar y en Baleares. Los ejemplares localizados en los Acantilados, se pueden contar con los dedos de una mano. La falta de lluvia de los últimos años, ha hecho que no hayan salido ningún ejemplar hogaño. ¡Por lo menos nosotros no hemos podido verla! La hemos buscado por todos los rincones donde podríamos creer que pudieran aparecer, pero la búsqueda ha resultado en vano. Ni siquiera, en el lugar donde habían aparecido tres ejemplares año tras año, había rastro de nuestra simpaticona “gennaria”.

Pero no os preocupéis, hemos seguido, mimado y protegido los pocos ejemplares que hemos podido contabilizar anteriormente por los Acantilados. La hemos protegido para que los miles de senderistas que se adentran por todos sus rincones, no den ese mal paso, que dé con la “gennaria” debajo de sus botas. Pero no hemos podido impedir que alguna cabra, sin saber de la importancia de esta orquídea, haya terminado pisando algún ejemplar. Tampoco tenía por qué saberlo, no pueden estar todo el día mirando con lupa donde pisar; ellas tienen cosas más importantes en lo que pensar.
Nuestra “gennaria”está “altamente amenazada por la alteración de los hábitat, ya que aparece en territorios costeros muy apetecidos por el turismo, tanto en España como Portugal. En inminente peligro de extinción, al menos en la Península”. (Página web: Orquídeas Ibéricas)

¿Nos suena algo lo de territorios apetecidos por el turismo en nuestra zona? Que cada uno responda a la pregunta como quiera; pero estimado caminante que te adentras por estos idílicos parajes, será difícil que puedas observar a esta simpaticona orquídea, en tus paseos. Tampoco, ahora, pierdas la cabeza en intentar buscarla, pues será más el destrozo que hagas que los resultados obtenidos. Te dejo algunas fotos para que admires, como hago yo actualmente, la rareza que algún día albergó estos Acantilados.