Narciso (Narcissus assoanus subsp. rivasmartinezii)













Tarea tiene, que esta bella flor, tenga que cargar con el nombre de un soberbio, malcriado, arrogante y ególatra joven. ¡No podrían haberle puesto el nombre a otra! Podría haberse llamado Ulises, Midas, …… y otro gallo le hubiese cantado.

Hay ciertos nombres que marcan, y esta flor diminuta y vistosa, tiene que apencar con tal altiva fama; y por ello, verse asociada a estados de ánimos y símbolos diversos. Para unos simboliza la alegría; para otros, la esperanza; hay quienes le atribuye propiedades afrodisíacas; otros, que afirman que quien encuentre la primera floración de narcisos será bendecido con más oro que plata en el próximo año. ¡Estaré atento a mi c/c para ver si se incrementa!

Yo sólo quería escribir sobre unos pocos narcisos que han ido apareciendo por los Acantilados y lo mismo termino enriquecido. Tampoco son muchos, por que no suelen ser muy abundantes, aunque a decir verdad, este año la Madre Tierra ha sido más generosa de lo habitual. Se han dejado de ver por una de las laderas que dan al norte, donde la humedad se retiene por más tiempo. Son narcisos que no se enorgullecen de las miradas que reciben de los senderistas, ni de los suspiros que levantan, ni de los corazones que van rompiendo por su contemplación, como le pasaba al presuntuoso hijo de Liríope.

Bastante tienen con haber salido, con la que está cayendo. Son de las pocas flores que dan un poco de colorido y atractivo a estos Acantilados en esta época, donde los fríos van dando paso a temperaturas más benignas. ¡Qué bien me ha quedo esto último, si hubiese sido verdad! Mientras los narcisos nos ofrecen todo su esplendor, los caminantes van pasando con sus vestimentas veraniegas para visitar la famosa torre vigía que se vislumbra al fondo. Vestimenta que prácticamente no han guardado en el armario tras acabar el verano.

Así que que bello/a, agraciado/a, atractivo/a, lindo/a caminante, cuando te acerques a visitar una de las torres vigías que jalonan estos Acantilados a finales de invierno, no te voy a dar más detalles; deberás estar atento a unas florecillas amarillas que crecen discretamente entre el resto de tempraneras flores. ¡Pero no le hagas la broma del espejo! Porque algunas, quizás por lealtad a lo que representa su nombre, se mustien con su contemplación; y tal final, no se lo merece, ser vivo alguno.


 

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